CHICUELO intervino en unos
novecientos festejos, repartidos entre México y Europa y siempre lo hizo en el
tercio de banderillas donde mostró sobre todo una especial habilidad y valor en
la cara del toro y una enorme espectacularidad y personalidad en las piruetas.
Esta personalidad le hizo ser un caso un tanto especial, con un fuerte
carácter, difícil de manejar para los mozos y complicado a la hora de que Pablo
se montara en él.
Con la muerte de CHICUELO
desaparece el último representante de esa maravillosa generación de caballos
toreros, todos ellos hijos de Nilo y que en manos de Pablo Hermoso de Mendoza
alcanzaron, muchos de ellos, la categoría de leyendas del toreo a caballo.
MARTINCHO, ALBAICÍN, VITI, GALLO, CAGANCHO y ahora CHICUELO, ya no están con
nosotros y nos llena de tristeza, pero también de esa satisfacción que produce
el saber que todos se fueron habiendo tenido unos años de retiro y un final
sumamente placentero.
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