martes, 31 de marzo de 2015

Miguel Abellán, EL MALETILLA DE ORO.

Aunque nació en Salamanca, Miguel Abellán, padre del matador de toros del mismo nombre, se fue a vivir a Madrid a muy temprana edad.

Una vez instalado en la capital de España comenzó a mascar la idea de hacerse torero para seguir los pasos de su tío Vicente Brines, que por esos años era novillero. Tardó poco en tomar la decisión y con once años decidió echarse a las capeas con el apodo de "El Maletilla de Oro".

“La decisión no fue fácil de tomar (señala Abellán) pero en casa no se lo tomaron a mal, y mi padre firmó el permiso con el que poder viajar y torear por los pueblos. Me recorrí, las provincias de Salamanca, Zamora, Guadalajara, Toledo, Madrid...”, continua “En una de estas capeas conocí a Benito Gómez, que se convirtió en el único apoderado que tuve”. Y añade “Este contacto me posibilitó entrar en la oportunidad de Vistalegre”.

La plaza de Carabanchel se convirtió en 1972 en un gran trampolín. “Y tanto (ratifica Miguel) porque desde que toreé la primera tarde hasta diciembre de ese año llegué a torear 12 tardes. El Santi, Palomo II y yo teníamos ese año un ambientazo en la chata. ¡Y eso que mataba regular! Bueno casi nunca, pero la facilidad que tenía con el capote y con la muleta volvía locos a los aficionados, pero luego lo echaba todo a perder cuando cogía la espada. ¡No había manera!”.

A pesar de ello, aquel "Maletilla de Oro" siguió toreando no sólo en Vistalegre sino en muchas otras plazas. "En Las Ventas me estrené con picadores en 1975 y hasta que me hice banderillero llegué a torear siete novilladas en las Ventas. Tras el estreno en Madrid seguí alternando las novilladas con y sin picadores, algo que era más o menos habitual por aquellos años. Con caballos toreé unas ochenta, y quinientas demás otras. Ten en cuenta que comencé con 12 años y estuve de novillero hasta los 31" explica.

Pero la cuerda no dio para más. Y recién inaugurada la década de los ochenta cambió definitivamente el oro por la plata. La primera colocación le llegó de la mano del por entonces novillero Juan Rivera. "Juan tuvo mucho ambiente y con él toreé la primera vez de banderillero. Me mantuve en su cuadrilla más tiempo, hasta que me llamó Pepín Jiménez. El cambio profesional se me dio muy bien. La veía muy claro con el capote y disfrutaba mucho. Y eso no pasó desapercibido para los profesionales. De hecho Ortega Cano y Yiyo ya se habían fijado en mi...” Pero ocurrió la
desgracia. Esa desgracia no fue otra que la sucedida en Valencia el 21 de julio de 1985, cuando un toro le infirió cinco cornadas en la pierna derecha con la mala fortuna de provocarle una gangrena gaseosa. "Ese gravísimo contratiempo me costó la pierna (finaliza Abellán) la complicación llegó al día siguiente, pero en la enfermería me salvaron la vida el doctor Mir y su equipo. La recuperación fue muy lenta y dura de superar, pero al poquito tiempo mi hijo Miguel me dijo que quería ser torero...” y la historia continuó.

Miguel Abellán padre. "El Maletilla de Oro".

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