De nuevo la temporada taurina
pasará de puntillas por Sevilla. Los aficionados no podemos permitirnos, y
menos en los tiempos que corren, perder una plaza como la Maestranza, con su
solera y su historia.
No queremos entrar en dimes y
diretes, en especulaciones y argumentos de unos y otros sobre la ausencia, un
año más, de las llamadas figuras. Queremos mirar más allá de eso y sobre todo
sumar.
La ausencia era un hecho con lo
que tocaba lidiar pero podría haberse utilizado como revulsivo de una feria en
decadencia. Imaginación para replantear la feria, buscar alternativas, dar
cabida a toreros y ganaderías que otros años no se acartelarían. Pero nada de eso.
Ni rastro de toreros que se han
ganado su sitio con creces. Queremos hacer mención especial para los jóvenes,
porque no entendemos una feria donde repitan dos, tres y cuatro tardes toreros,
cuando hay un escalafón de jóvenes promesas queriendo tirar del carro, ansiosos
de torear en las ferias y con una ilusión que entre unos y otros está mermando.
Se darán tres alternativas, sí, ¿pero a
qué precio? ¿De qué sirve si luego, ya como matadores de toros, se las ven y se
las desean para hacerse un hueco? Si no apostamos por la juventud y por la
diversidad, riqueza y variedad, ¿Quiénes serán los referentes del futuro?
Por desgracia, actuaciones como
la de la empresa de Sevilla, hacen que la tauromaquia, vaya muriendo cada día
un poco más.
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