Castella, Bolivar y López Simón salen bajo un
aguacero por la puerta del Señor de los Cristales en la última de Feria en la
Plaza de Toros de Cañaveralejo.
El astado de nombre “Relevista”, herrado con el número
205, de 488 Kg., lidiado en quinto lugar por Luis Bolivar, fue indultado.
López Simón fue el encargado de encender las
pasiones en los tendidos. Ninguno como el torero madrileño enloqueció tanto a
Cañaveralejo con su toreo en las seis corridas de la feria. Nadie como él
arrancó oles que no venían de las gargantas, más bien desde las entrañas. En el
tercero de la tarde, se tiró de rodillas con la muleta, cerca de las tablas,
donde empezó a parar los corazones. En el centro del ruedo, los aficionados ya
habían a saltar de sus asientos pero el torero los dejó con las ganas, sus
primeras series fueron cortas.
Era apenas el prólogo, porque las pulsaciones se
elevaron cuando se fue acercando más y más los pitones del toro. Cuando ya los
tenía a milímetros, movía la muleta para provocar la embestida, pero el toro se
resistía, una y otra vez. Hasta que de tanto insistir, el de Las Ventas se fue
a perseguir la tela, y López Simón nunca se la dejó agarrar, en las cinco veces
que repitió. Cinco veces el toro pasó sus pitones por los muslos de López
Simón, cinco oles que se escucharon más allá de Cañaveralejo. Dos orejas.
Castella cortó las dos orejas que le daban la salida
a hombros en el cuarto, cuando ya empezaban a soplar vientos que presagiaban la
tormenta. El torero francés se fue al centro del ruedo para dejarse venir el
toro a distancia, y cuando lo tuviera cerda del cuerpo cambiarle la trayectoria
y pasárselo por la espalda. La que siempre ha sido su fórmula para emocionar a
Cali, la que no falló esta vez. Faena larga, de quien no escatima esfuerzos para
no dejarse ganar la pelea. El torero francés se sumaba a la salida a hombros
con el torero español.
Faltaba el colombiano. Pero como si el destino se
empecinara en que los toreros colombianos tienen que bailar siempre con la más
fea, a Luis Bolívar San Pedro se lo puso muy cuesta arriba. En cuestión de
minutos le mandó una tormenta y el agua le cubrió más arriba de los tobillos. A
diferencia de los que buscaron refugio en los tendidos altos, Bolívar le puso
el pecho al vendaval, y para júbilo de los que escampaban, toreo con la
tranquilidad de quien se pase por la playa, cuando se movía en un lodazal.
Relevista perseguía la muleta como un niño que no se cansa de jugar con furia
bajo la lluvia. Y es que ambos, toro y torero jugaron bajo la lluvia.
Ficha del Festejo
Toros de Las
Ventas del Espíritu Santo de variado juego
Sebastián Castella, saludos desde el tercio / dos orejas
Luis Bolívar, saludos desde el tercio / dos orejas simbólicas
López Simón, dos orejas / silencio
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