Pletórica
tarde de Jesús Duque en la localidad conquense de Moya
Cuatro
orejas cortó a su lote de Benito Mora, destacando sobremanera con el cuarto al
que a punto estuvo de cortar el rabo
La
plaza de toros de Moya está situada a casi mil doscientos metros de altitud, en
lo alto de un cerro, con unas rampas que son toda una prueba para el coche de
cuadrillas. Ahí arriba, Jesús Duque dejó su impronta del toreo de altura que
atesora y que va fraguando sin prisa pero sin pausa para un inminente futuro
que cada día es más presente.
Dos
orejas cortó al primero de su lote tras una faena solvente y capaz para domeñar
el temperamento sin clase del de Benito Mora. Duque supo conjugar mando y
estética para hilvanar un trasteo bien estructurado y fiel a su concepto que
conectó con los tendidos. Una buena estocada fue la rúbrica a la obra antes de
que el público pidiera los trofeos de manera unánime.
El
cuarto de la tarde fue un buen novillo que contrarrestó su falta de fuerza con
su excelsa clase, duración y nobleza. Fue premiado con la vuelta al ruedo y
Duque le cortó las dos orejas tras cuajarlo de principio a fin. Desde el recibo
de rodillas a la verónica hasta el arrimón final de faena con luquecinas,
circulares y desplantes.
Antes,
el toreo fundamental por ambas manos, muletazos profundos con las plantas
asentadas y templando las embestidas con una cadencia que hizo levantar al
público de sus asientos. Entrega total y disposición absoluta del diestro de
Requena que abandonó la plaza al grito de “Torero-torero”.
Plaza
de toros de Moya (Cuenca)
Festival.
Lleno en los tendidos.
Reses
de la ganadería de Juan Vicente Mora para:
Sánchez
Vara: dos orejas y silencio.
JESÚS
DUQUE: dos orejas y dos orejas.
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