Plaza de toros de Las Ventas (Madrid) 22 de Septiembre. 18:30
Novillos de Concha y Sierra (encaste Vázquez) para
Fran Gómez (de Cádiz, presentación en Madrid), Andrés Jiménez 'Gallo Chico' y Sergio Salas 'El Pijorro' (de Sanlúcar de Barrameda, presentación en Madrid).
En 1873, don Fernando de la Concha y Sierra, con reses de Taviel de Andrade y de Castrillón, formó esta ganadería. A la muerte de don Fernando, en 1887, la mayor parte pasó a su viuda, doña Celsa Fontfrede, de quien pasó a su hija doña Concepción de la Concha y Sierra en 1929. En 1966, por fallecimiento de doña Concepción de la Concha y Sierra, se anunció a nombre de don Juan de Dios Pareja Obregón y García, el cual, a finales de 1968, se la vendió a don José Luis Martín Berrocal, siendo vendida en 1970 a King Ranch España, S.A., con la denominación de “Los Millares”.
En 1979 fue adquirida por don Miguel Báez Espuny, anunciando a nombre de “Toros de Concha y Sierra”. La ganadería fue adquirida en 1994 por María Luisa, S.A. Explotaciones Agropecuarias, anunciándose a nombre de “Ganadería de Concha y Sierra”. En 1997 se adquieren 57 vacas de “La Dehesilla” y un semental de don José Luis Pereda. En 2007 elimina todo lo procedente de 'La Dehesilla' y José Luis Pereda, quedándo únicamente con ganado de puro encaste vazqueño.
ORIGENES.- Gregorio Vázquez formó su ganadería en Sevilla en el año 1755 con reproductores de procedencias variadas y confuso origen, aunque podrían derivar en su mayoría de las ganaderías creadas por los monjes andaluces, principalmente los cartujos y los dominicos.
No obtuvo éxitos de gran relevancia como ganadero, a diferencia de su hijo Vicente José, que heredó la vacada en 1778 y la seleccionó hasta convertirla en una de las más importantes de su tiempo, recibiendo la consideración de Casta Fundacional de la ganadería brava española.
Vicente José Vázquez estaba dotado de tanta intuición ganadera como de posibilidades económicas y desde el principio se trazó como meta conseguir la fama y el reconocimiento de los aficionados, a base de materializar el mejor toro posible para la lidia.
La rama de Concha y Sierra
La tercera porción de la ganadería de Vicente José Vázquez fue adquirida en 1832 por Francisco Taviel de Andrade, que la mantuvo en su poder hasta 1873, año en que fue adquirida por Fernando de la Concha y Sierra, fundador de otra divisa legendaria partiendo de las reses de esta procedencia, a las que adicionó otras de Castrillón, con origen igualmente Vazqueño.
Fernando de la Concha y Sierra no pudo disfrutar la vacada durante mucho tiempo, ya que falleció catorce años después de fundarla, pasando primero a su viuda y luego a su hija, que la acreditaron y la mantuvieron en primera línea durante muchos años.
La selección practicada por las sucesivas propietarias de la divisa, las viudas de Concha y Sierra, fue siempre encaminada a la consecución de un ejemplar bravo y con transmisión, pero que colaborase al mismo tiempo al éxito de los toreros.
En la larga historia de la ganadería, los toros de Concha y Sierra contaron durante mucho tiempo entre los que gustaban a los diestros más destacados, merced a la mezcla de bravura y nobleza que aportaban.
A lo largo de toda su historia Concha y Sierra fue una divisa de mucho prestigio y aceptación por parte de los aficionados, de forma que numerosos ganaderos buscaron reproductores de esta vacada para mejorar las suyas propias.
La buena marcha que siempre llevó la ganadería de Concha y Sierra se vio bruscamente interrumpida a partir de los años sesenta, a raíz del fallecimiento de su propietaria, Concepción de Concha y Sierra. La vacada cambió de propietarios varias veces en muy poco tiempo degeneró, se vio disminuida considerablemente y en la actualidad sólo se conserva una pequeña porción de la misma, que sigue anunciándose en los carteles con la denominación tradicional de Concha y Sierra.
La teoría de Vicente José Vázquez consistía en cruzar ejemplares de las mejores ganaderías existentes por entonces para unificar en los toros de su hierro las cualidades de unos y otros.
Para lograrlo no reparó en utilizar los abundantes medios de todo tipo que tenía a su alcance, adquiriendo reproductores de los hierros más famosos de la época.
Empezó añadiendo a las reses de su padre ejemplares adquiridos a otros criadores que pudieran interesarle para mejorar el conjunto de su vacada, pero pronto se dio cuenta de que este camino era lento y permitía pocos avances, porque los propietarios de las mejores divisas no solían prestarse a vender sementales ni vacas a otros ganaderos, que en el futuro podían ser duros competidores.
Para sortear esta dificultar decidió arrendar a la Iglesia Católica el cobro de diezmos durante varios años. Vázquez adelantaba determinadas cantidades equivalentes al valor de las reses que el clero tenía derecho a percibir como impuesto de los ganaderos y luego se hacía cargo de los animales.
De esta forma adquirió un buen número de reproductores de las ganaderías del Marqués de Casa Ulloa, de Becquer, de Cabrera y hasta del ganadero más importante de entonces, el Conde de Vistahermosa.
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