FIRMA POR FRANCISCO PÉREZ.
Ahora que tanto se habla de
Rafael de Paula y su locura, algunos aficionados acusan de no enjuiciar su
persona porque posiblemente esté enfermo. También así se habló de Dalí. Otro
genio que buscaba su propia paranoia, exhibición, excentricidad y dar juego
ante el público.
Este pasado verano en la feria
de Málaga, nuestro querido Paula tuvo un detalle de estos que cito
anteriormente. Aquí sale a la palestra otra vez la polémica opinión. Una vez
finalizada la corrida, donde toreaba Morante y al cual Rafael fue acompañando,
lo lógico y normal, era salir por el callejón, pero en esta ocasión su deseo
fue salir en línea recta pisando el ruedo y una vez llegado a los medios, ante
el poco público que quedaba en la plaza desalojando su localidad, deleitarle
con un ramillete de figurados pases
toreros en los cuales lo acompasaba con su mano derecha y el gentío aplaudiendo
su torería.
Los toreros artistas siempre han estado muy ligados a eso de ser
bohemios y llenos de fantasía, entre ellos Paula quiere llevarse el gato al
agua, haciendo gestos y maneras que salen por la tangente de lo normal, aunque
en determinadas ocasiones no hiciera falta ver tanta sombra de Dalí.
Recientes declaraciones de
Morante, otro que tal baila, dice que “la mente no es buena para el alma”.
Afirma abiertamente que no es muy hablador y que se pierde en formas místicas.
Dentro de sus pensamientos por ser otro genio busca la forma en cada momento,
siendo estrafalaria su ropa como forma
de expresión. ¿Quizás más sombra de Dalí? ¿Es necesario?.
José Antonio reconoce que la
sociedad está cambiando y así reclaman que el toreo debe cambiar. Asume el de
la Puebla que deben de estar más en contacto con el aficionado y mostrarse con
más fuerza fuera de la plaza. De hecho este año en su Tour hizo actividades
paralelas en el autobús-exposición que llevaba a todas la ciudades donde
toreaba.
Últimamente está cogiendo
fuerza, que ya es un paso hacia delante, la propuesta que en algunos casos ya
es real, de las ruedas de prensa de los toreros para conocer sus pensamientos.
En la feria de San Miguel en Sevilla, habló Manuel Escribano de sus sensaciones
el mismo día que toreaba en el coso del Baratillo y así lo solicitan los medios
de comunicación para entender mucho mejor a los genios de esta profesión.
Alejado de ese mundo vive José
Tomas que no habla con nadie. Todo un universo de misterio el que rodea al de
Galapagar. Aunque algo de responsabilidad siente y así lo declará; “Cuando me
retiré temporalmente y me pedían que volviera, me reconfortaba. Pero no me
empuja. Lo que me presiona soy yo mismo. Últimamente, sobre todo siento que
algo de mi espíritu pasa hambre. Esa hambre la tengo que alimentar ahora.
Necesito torear de salón todos los días y volver a los ruedos.”
Para finalizar, dejo en el
aire una metáfora aplicable a la
tauromaquia, que ocurrió con Dalí en la primera exposición surrealista de
Londres. Y, haciendo honor a su reputación, apareció haciendo uno de sus
numeritos: luciendo un traje de buzo. El genio comenzó a dar su conferencia
ataviado de esta guisa… hasta que le empezó a faltar el oxígeno: la escafandra
estaba cerrada y no le llegaba el aire. Al borde de la asfixia, los asistentes
consiguieron retirar el casco y salvarle. No lo hicieron inmediatamente porque
pensaron que sus aspavientos y movimientos de manos formaban parte del
espectáculo, por lo que cuanto más sofocado y más gesticulaba el genio, más
fuerte se reían todos. El público se confundió con lo que podría haber sido una
tragedia para el artista.
Leyendas que pasaran a la historia
como Curro Romero y el recientemente fallecido José Mari Manzanares, que no
necesitaron nada más de su elegancia para demostrar su genialidad. Pureza en el
alma que a modo de pinceladas eternas dieron todo su esplendor en la
Tauromaquia. Porque el artista debe saber que está bañado por la brocha de Dios
y con ello no descuidar o desencaminar su autenticidad. Buscar nuevos caminos
es la ley del genio, pero no perderse en ellos sin necesidad, sabiendo que su
obra como legado puede perder su sello. Quiero sentir el vértigo perdido de
aquello que era distinguido y selecto con sus pequeñas gotas de magia y duende,
para que el toreo se siga alimentando de esos toreros con garbo que buscaban la
originalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario