Declaraciones al Diario de
Cádiz. Francisco Orgambides
Había que hablar con Rafael de Paula y saber los porqués del
incidente en el despacho de su abogado. Pero el torero de Jerez no quería
abordar asuntos judiciales ni lo que le había pasado, solamente charlar de
toros. Sereno y tranquilo, pasa la mañana del sábado desayunando con uno de sus
hijos y luego se sienta ante la grabadora en la terraza de su casa unifamiliar,
llena de recuerdos taurinos y familiares.
Pero su relato, aunque tiene
protagonistas taurinos, responde a otras motivaciones, a otras verdades como él
dice que tiene que contar, que lleva muchos años callado y que quiere vaciar "con
la verdad y la conciencia por delante".
Por eso empiezo por el final,
cuando le pregunto por qué cuenta estas cosas: "Porque es el momento. Porque antes de que pase más tiempo tengo
que decir la verdad. Estoy en posesión de la verdad y como ser humano no me
puedo traicionar. Y lo de Alvarito
Domecq para que se entere la provincia de Cádiz".
Y no es más fácil callar, hay
cosas muy fuertes en un papel de periódico: "Si
tú no estás conforme, coges la puerta y te vas. Yo no puedo vivir con esto
dentro. Ya tengo una edad muy respetable y no puedo vivir dejando que estos
señores recen en la sociedad sin decir la verdad; que estos señores se pavoneen
y se peguen la gran vida, rezando de buenos. A Curro Romero le gusta dormir y no sé cómo la conciencia le deja
dormir siendo un ratero".
Sabíamos que quería querellarse
con Álvaro Domecq, y empieza Paula
hablando del festival en su homenaje, en la plaza de Madrid: "Empieza a llamar Alvarito Domecq a
casa. Coincide que antes de llamarme Alvarito me cruzo en Chinchón con Pedro Trapote padre. Me dice Trapote
que no te den el festival Rafael. Me sonrío".
Paula explica que Pedro Trapote es ganadero,
terrateniente y empresario de espectáculos y discotecas, y sigue el relato
sobre las propuestas que le hicieron Domecq
y Trapote, en lugar de aquel memorable festival: "Me llama a continuación Alvarito y en un almuerzo me propone una
fiesta gitana en el centro de Jerez. Pedro Trapote me dijo que iba a llevar una
película mía que él conoce y es muy bonita, ponerla en Madrid, en el Joy
Eslava, que es suyo. Iba a poner entrada a cada comensal que asistiera al acto,
de pijos y pijas, en Madrid".
Paula explica que rechazó la
propuesta: "Contestación a Alvarito, soy gitano por los cuatro
costados, me gusta el flamenco pero no sé tocar una palma. Te agradezco todo
pero yo soy matador de toros y no me presto a que me hagan a mí en el centro de
Jerez una juerga ni en el Joy Eslava que pongan una película, cena incluida,
organizada por Pedro Trapote para que a mí me quede lo que sea".
Y se enoja el torero: "Me dijo que si era festival, se
tendría que dar en Vistalegre. Yo se lo agradezco mucho pero ahí me demostró
Alvarito Domecq que no tiene ni sensibilidad ni sentido de lo que es la
profesión de torero y además Alvarito
Domecq, y lo digo claro, es un mulo. Lo que me proponía era para mí una
vergüenza".
Ha dicho algo de lo que se
puede arrepentir: "Yo no me
arrepiento, yo lo que digo lo digo. Me ha faltado al respeto como hombre, como
torero. Es una ofensa para mí y una falta de respeto. Ante todo está mi
profesión. En Jerez y en Madrid lo organizo yo solo, además en Las Ventas. Joselito, aparte de que es un buen
torero, tiene una fundación por lo que me sale mejor para Hacienda. Joselito se portó como un hombre, lo mismo
que Arranz es otra cosa. Las cuentas todavía no las he visto porque son un
libro de Petete. Pero el apoderado es un chorizo".
Van a caer querellas: "Él sabe lo que se llevó. Lo mismo que
Joselito es un hombre honrado, honesto y buen torero, el otro sabe lo que se
llevó. Y Morante puso una lista de
gastos. Ahí cobró todo el mundo: desde los sobresalientes, tres cuadrillas,
seis picadores, tres mozos de espadas, los ayudas. Cobró todo el mundo hasta el
último céntimo. En suites en el Hotel Wellington... A Joselito le estoy muy
agradecido pero a Morante no, porque puso las cuentas del Gran Capitán".
Tendría que medir lo que está
diciendo: "Es la verdad y si no digo
la verdad no hay entrevista. No me amparo en la mentira ni en falsedades. Se
llevó lo que quiso Arranz. Aquel festival me dio para vivir un poco, para salir
de las muchas deudas que tenía y que tengo. Me ayudó bastante. No conté porque
yo no cuento el dinero ni cuando voy al banco, me da fatiga".
Cerramos por fin ese capítulo,
pero queda más. "Ahora te hablo de
un torero que ha sido compañero mío, buen torero. Yo soy admirador de él, pero
como hombre es un ratero. Como torero se llama Curro Romero. Me ha quitado el pan de mis hijos. ¿Te acuerdas la
cogida que sufrí en El Puerto de Santa María toreando con Romero, yo de segundo
espada y me parece que Aparicio?".
Fue una corrida de Diego Garrido,
el 15 de agosto de 1992, la primera corrida que mataba Paula en esa temporada y
su penúltima actuación en la Plaza Real: "Me
coge el toro de la viuda de Garrido, porque verdaderamente yo no estaba en
condiciones de torear. Le pierdo la cara y me meten en la enfermería. El doctor
Julio Mendoza dice que no tenía
nada, que tenía las costillas despegadas". No mató su segundo.
"Era
un 14 de agosto y yo toreaba el 15 en Málaga. Y estuve, gracias al doctor Julio Mendoza, hasta que finalizó la
corrida y fue una ambulancia a buscarme. Me llevan al hospital de Jerez, me
sacan radiografías y tenía cinco costillas partidas. Y había dicho en el
callejón delante del empresario Canorea que
yo solamente tenía las costillas despegadas. Vaya profesionalidad".
Aquello tuvo consecuencias que
Paula no perdona a Curro Romero: "Yo estaba anunciado en la Feria de San
Miguel de Sevilla, había tres corridas. Yo había negociado con Canorea. Romero
toreaba dos y la otra era la de la Viuda de Diego Garrido. Al ver los carteles
llamo a Canorea y me dice que si
quiero torear que toree la de Diego Garrido. Le dije: 'Ésa las vas a torear tú
Canorea'. El autor fue Curro Romero. Canorea solamente hacía lo que decía Curro
Romero y Curro debería tener en la mesilla de noche una imagen de Canorea, San
Canorea, y rezarle. Curro me quita el pan de mis hijos porque como él iba por
delante y yo estaba, como estoy, hace muchísimos años, con las piernas así. Al
ser el primer espada creía que yo le iba a dejar los toros vivos. Me lo dijo
Canorea: '¿Qué quieres dejarle los toros vivos a Curro? Porque tú no eres capaz
de matarlos".
La conclusión de Paula es
tajante: "Es un torero bueno, de
arte, de sentimiento y en la plaza ha sido un buen compañero mío, pero fuera de
la plaza... un ratero". Sigue contando episodios relativos a su
compañero que no podemos reproducir y así se lo advertimos: "Si no lo pones, ahí está la puerta. Si
no lo pones es por tu cobardía, yo soy consciente y digo la verdad. Lo mismo
que lo respeto y admiro como torero. Si quieres publicarlo lo publicas".
Le digo que puede tener serios problemas judiciales: "Así está la Justicia en este país y Rajoy o convoca ya elecciones
generales o la decisión la tiene el pueblo".
Ahora el matador de Jerez se
refiere a Morante de la Puebla, un torero
que siempre confesó su admiración por Paula, que fue su apoderado: "Morante es un pesetero porque quitó a
su primera mujer la casa. Se la tiene que devolver y a su hijo". Paula
fue su apoderado unos seis meses: "Me
llamaba a Pamplona, cuando yo estaba allí con la madre de mis hijos, para que
lo apoderara y yo negándome porque para mí, que no había entrado en mi vida en
un despacho, era mucha responsabilidad. Yo de apoderado no me veía".
Y emite su juicio profesional: "Morante no sabía coger ni el capote ni
la muleta. Hace dos cosas buenas, banderillear siempre que sea un toro que
galope y que meta la cara. Ahí hay que quitarse el sombrero. Y otra cosa es lo
bien colocado que está en el tercio de banderillas. Está en el sitio exacto. Lo
demás se lo he enseñado yo. Cuando torea bien con el capote y con la muleta es
porque se acuerda de mí. Todavía, con los años que tiene, no sabe poner un toro
al caballo. Y eso es porque tiene menos seso que un mosquito. Para ser torero
hay que tener condiciones, que las tiene, y también cabeza. El que lo ha puesto
rico he sido yo. Eso me lo debe a mí".
Porque para Rafael de Paula, en la cima del toreo
en el siglo veinte, están tres toreros
que dice que tendrían que tener una estatua en bronce en la Puerta del Príncipe
de la real Maestranza de Sevilla: "Joselito el Gallo, y en el basamento de
su estatua habría que poner Rey del Toreo. De Juan Belmonte García, habría que ponerle Tú que trajiste el temple.
El tercero es Manuel Jiménez Chicuelo y
en la estatua habría que ponerle Tú que trajiste el toreo en redondo".
Evoca Paula al toro "Corchaíto" que sublimó Chicuelo en Madrid en
1928. "Los tres toreros en tamaño natural, liados y con la montera puesta,
en bronce y por orden de antigüedad. Si los maestrantes no lo hicieran,
faltarían a la ley del toreo".
Paula habla de toreo: "Morante
no es un torero de arte, es un torero con gracia torera, como el mismo
Chicuelo, Pepe Luis Vázquez, Pepín Martín Vázquez o Manolo González. Curro
Romero es torero de arte, como Cagancho o Silverio Pérez. Pero no artistas, en
el toreo no hay artistas ni genios, hay toreros geniales. Rafael el Gallo es un
torero genial y con gracia torera".
Este año estuvo cinco tardes
con Morante: "Salí decepcionado y
triste. Manzanares es un soldado romano, Ponce coge el capote como quien coge
una camisa para colgarla en el tendedero y es falso con la muleta".
Y termina con tres deseos: "Saludar al presidente Obama porque
creo que es un buen hombre, que me reciba el papa Francisco y conocer ya darle
un abrazo a Sor Lucía, la que sale en la Cuatro, de la que estoy enamorado
platónicamente y creo que es una gran mujer".
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