Andrés
Romero ya ha puesto grupas camino de 2015. Sin tregua ni tiempo
que perder, sin pausa alguna ni esfuerzo que eso le cueste, sin dejar de montar
ni un solo día a pesar de la intervención quirúrgica a que ha sido sometido,
pensando en lo que hay que mejorar para seguir creciendo, tratando de ganarle
tiempo al tiempo. En ello anda ya el jinete onubense. Pero también para seguir
adelante hay que pararse aunque sea sólo un instante y repasar el último trecho
recorrido del camino. Es lo que ahora hacemos: analizar la temporada de 2014,
la de la ilusión, la de los retos cumplidos, aquella en la que Andrés Romero ha
dado un claro, firme y esperanzador paso al frente. Como si de un símbolo
fuera, el rejoneador habla de lo que ha sido este último año rodeado de sus
nuevos potros, a los que dedica ahora todas las horas. Lo dicho, no hay tiempo
que perder...
Ha
terminado la temporada de 2014. Un año muy importante para ti a priori y según
lo planificaste con tu apoderado. Una vez concluido, ¿qué sensaciones, qué poso
te deja?
La
sensación de haber madurado, sobre todo. Estar en las grandes plazas y en las
ferias principales siempre pesa más que el circuito en el que me había
desenvuelto hasta ahora y que es donde un torero tiene que forjarse. Éste es un
circuito donde compites con gente de quince, veinte y veinticinco años de
alternativa y eso pesa un poco. Pero bueno, me he ido rodando y noto que me he
cuajado como torero y en esa fortaleza mental que hay que tener para afrontar
los grandes compromisos y ante los mejores rejoneadores.
¿Cuál
es la tarde que te deja un recuerdo más agradable, más bonito?.
Hay
muchas: Madrid, Ronda…, pero, sobre
todo, me quedo con Sevilla. Ese
sitio tan especial, bajar al hall del hotel antes de ir a la plaza y
encontrarte tanta gente esperándote. Mi gente, gente que no era mi gente,
aquella expectación puesta en mi… Fueron momentos que me reforzaron para luego
superar en el ruedo contratiempos como la cornada y, además, tan pronto de
Perseo. Pero iba tan concienciado y tan preparado que tuve la calma para saber
que el sitio donde le había herido no era importante y conseguir que el
percance no me afectara para todo lo que quedaba por delante. Me tenía que
reponer de aquello y lo hice. Cuajar a ese toro que era bueno pero que tenía
peligro, ganarme aquella ovación de la Maestranza a pesar de haberlo pinchado y
luego rehacerme de nuevo en el segundo, que no sirvió demasiado, pero con el
que tenía que triunfar y hacerlo… Fue algo increíble para mí. Sin olvidar el
arrope de mis paisanos durante toda la tarde y pisar esa plaza por primera vez
y hacerlo así, es algo que nunca olvidaré.
¿Y
la tarde, en cambio, que no se te quita del pensamiento porque sabías que la
tenías en la mano y se te escapó?
Madrid. Si llego a matar los dos toros, hubiésemos
hablado de otras cosas en la temporada. Y eso que ha habido otros toros durante
todo el año que me ha dado mucha rabia pinchar como el segundo de Málaga, pero,
si después de cuajarlos como lo hice, mato a esos dos toros de Madrid de un
rejonazo a cada uno, mi situación se habría puesto impresionante. Pero bueno,
los toros tienen hueso, pincharlo es algo que le puede pasar a cualquier torero
en cualquier plaza y lo único que queda es seguir adelante, aprender, trabajar
y corregir.
De
tu cuadra, ¿qué caballos han sido claves en la temporada?
Han
sido varios. De salida, Perseo y Carbón
que, además, cubrió muy bien el tramo de temporada tan importante en que no
tuve a Perseo por la cornada de Sevilla. En banderillas, Conquistador ha hecho una temporada muy buena y Cantú me ha dado
mucha seguridad con los toros malos. Pero, sobre todo, Guajiro. Él ha sido el caballo que me ha dado la alegría de sentir
a los públicos emocionarse con lo que he hecho en la plaza, lo he puesto en
sitios muy comprometidos con quiebros muy ajustados y cómo ha salido con tanta
solvencia y airoso, sus piruetas en la cara… Guajiro ha sido el caballo más
destacado para mí de la temporada. Sin olvidarme de cómo ha ido a más Chamán aun siendo tan nuevo, la
expresividad de Bambú, la progresión
de Cheke y la compenetración que he
adquirido con él. Estoy muy contento con mi cuadra. Tengo que estarlo.
¿Qué
quieres para 2015, Andrés?
Matar
los toros. Es lo que más me preocupa porque, si este año mato esos toros
importantes que he cuajado y que se me han escapado al final por los aceros,
estoy convencido de que la temporada hubiera sido aún de otra forma. Pero
también es verdad que aquí nadie es superman ni nadie lo ha aprendido todo en
el primer año. Además, los toros se pinchan porque tienen hueso, repito, y voy
a trabajar duro por mejorar esa suerte tan definitiva.
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