“El
toreo es un arte único e irrepetible, no bien comprendido por todos, pero es un
patrimonio cultural de un valor incalculable, ahora está en nuestras manos que
este legado no se pierda”.
Así finaliza la exposición del
momento actual que vive la Fiesta en palabras de la Junta Directiva de Anoet y
puede que en parte lleven razón. Como
bien sabemos no siempre llueve a gusto de todos y cada uno suele barrer para su
casa, pero cuando de ello dependen miles de familias, directa e indirectamente,
lo que sería de bien, es de seguir entre todos un mismo camino, sin asperezas,
sin remilgos y sin aspavientos.
Como digo, puede que estén diciendo
verdades como puños y tan solo defendiendo sus intereses como empresarios, pero
lo cierto y verdad y es que urge una solución por el bien de todos.
Aficionados, empresarios,
toreros, ganaderos y un largo etcétera forman parte de esta gran familia
taurina, seamos consecuentes y lleguemos a un entendimiento para que esto que
es tan nuestro, no se termine.
Reproducimos
íntegramente el escrito de ANOET.
La Junta Directiva de ANOET, debido al grave deterioro
económico que está sufriendo la Fiesta, especialmente en estos últimos cinco
años, hizo balance de los problemas que acechan al sector, con el fin de
valorar si nos encontramos ante una crisis coyuntural o estructural.
Lamentablemente, consideramos
que la crisis es de fondo, acuciada por la recesión económica que viene
padeciendo España. Debemos recordar nuevamente, que el empresario taurino es
quién imagina, crea y vende el espectáculo. Lo diseña y estructura desde el principio
hasta el final, armonizando a todos los partícipes del mismo. Por tanto, tiene
una visión de conjunto de lo que ocurre, y su situación privilegiada como
vértice en la pirámide organizativa, le dota de mayor información sobre los
problemas que acontecen a cada parte del todo en el espectáculo. Por eso, en
estos duros momentos, tenemos la obligación de trasladar nuestro análisis a los
demás sectores y a la afición.
Los síntomas estaban latentes y
persistentes desde hace bastante tiempo, y todos nuestros intentos -no siempre
bien entendidos- de hacer frente al muro de problemas que asolan el sector no
han servido más que para posponer la solución a la crisis estructural que anega
el sector.
La
profunda crisis económica y social de la última década, ha sido el acelarante
del proceso combustión que consume la Fiesta, hasta situarnos abruptamente en
una dura encrucijada: “El mundo del toro está en quiebra”.
Agobiados por unos costes
inasumibles, expuestos a la presión de unas condiciones de contratación,
arrendamientos y cánones desorbitados, que están dejando concursos desiertos, o
que imposibilitan la concurrencia a las plazas más importantes del país;
acompañados y lastrados por unas cargas sociales y fiscales asfixiantes. La
Fiesta se encuentra paralizada en su evolución por unos inmovilismos vestido de
tradición, marginado de los medios audiovisuales y una larga lista de
agresiones que detallaremos cuando proceda. La tauromaquia necesita con
urgencia el esfuerzo de todos sus integrantes para no caer en la marginalidad.
Es muy lícito esperar un
beneficio de la aportación de cada cual, como no lo es la pretensión de
lucrarse a costa de la ruina ajena. Y, el sector empresarial ha sobrepasado su
capacidad de absorción de los costes desproporcionados del espectáculo, desde
su base, las novilladas; hasta las más excelsas corridas de toros. Los
empresarios y no solo nosotros, por supuesto, no podemos soportar la situación
por más tiempo, la Fiesta se acaba.
Si no somos capaces de
adaptarnos a la realidad, ésta nos devorará. Por
eso llamamos a todos los sectores a enfrentar los problemas con rigor y
amplitud de miras. El toreo es un arte único e irrepetible, no bien comprendido por todos,
pero es un patrimonio cultural de un valor incalculable, ahora está en nuestras
manos que este legado no se pierda.
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