Vicente Parra Roldán
Para abrir la temporada de 1.957, la empresa
organizó una novillada con la presencia de Antonio Cobo, Álvarez de Lara,
Manuel Morales “Quitín” y Ceada Vázquez para lidiar novillos de Marañón y de
Gerardo Ortega. El público llenó la plaza con el deseo de presenciar un buen
festejo que, a la postre, se vería empañado por el mal juego de los novillos.
El sevillano Antonio Cobo, tras porfiar mucho,
consiguió sacar algunos lances que se jalearon, clavando dos pares de
banderillas. Ya con la muleta aguantó el astado con pase de rodillas para
continuar por alto, naturales y manoletinas, no teniendo suerte a la hora de
matar y la ovación fue tan fuerte que tuvo que dar la vuelta al ruedo. En su
segundo estuvo valiente al lancear con arte, derrochando mucho valor en la
faena de muleta en la que sobresalieron unos buenos naturales pero acabó
desluciendo su quehacer con el uso de la espada, por lo que el público mostró
su desagrado. En el último, que lidió por cogida de Ceada Vázquez, se las vio y
se las deseó para sacarle partido, quitándoselo de encima como pudo.
Repetía por cuarta ocasión Álvarez de Lara. Se le
corearon los lances de recibo a su primero al que, con la muleta, le dibujó
unos pases en redondo y otros por alto entre olés y música. El diestro sacó el
mejor rendimiento posible en el animal para matar de pinchazo y estocada,
recibiendo muchas palmas. En el otro, realizó una faena más vistosa con pases
en redondo para seguir toreando al natural mientras tocaba la música. Tampoco
le acompañó la espada y, tardó en descabellar, por lo que su quehacer quedó en
palmas.
El triunfador de la tarde fue el onubense Manuel
Morales “Quitín”. Su primero fue un novillo de feo estilo, incierto y corretón.
Pero el choquero se lució con el capote y, especialmente, con la muleta,
iniciando la faena con dos pases por alto en tablas para seguir, en el centro
del ruedo, con una serie de redondos que agradaron mucho. Pero falló a la hora
suprema en la que no estuvo acertado y todo quedó en palmas. Mejoró su
actuación en el otro al que fijó con unos lances de buen estilo. En la faena de
muleta ejecutó pases de diferentes marcas que, por su perfección, hicieron
sonar la música. Fue derribado sin consecuencias y mató de dos pinchazos y una
entera que le valieron la oreja con la que paseó el anillo y que al final le
supusieron la salida a hombros.
Ceada Vázquez apenas se pudo lucir con el capote a
su primero al que, con la muleta, le instrumentó cuatro por alto, dos en
redondo más el de pecho, manoletinas y afarolados, de perfecta ejecución y con
la música en su honor. Dejó media estocada, un pinchazo, una entera y un
descabello. Al haber sido derribado y cogido, negándose a pasar a la
enfermería, el público le premió con una oreja. Fue conducido a la enfermería
donde se le apreció una herida contusa en la región coxígea y perianal que
interesó piel, tejido celular subcutáneo y algunas fibras del elevador del ano
sin tocar ampolla rectal, siendo calificado su estado como de pronóstico leve.
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