Comienza el mes de Junio, los patios cordobeses lucen esplendorosos sus flores, la luz de sus calles dan un color especial a esta bella Ciudad Cordobesa, bañada por el Guadalquivir al igual que su compañera de comunidad, la ciudad de Sevilla. Y de ese mismo Sevilla, un torero de nombre José Antonio Morante Camacho, acartelado con el nombre de "Morante de la Puebla", tiene a bien hacer el paseíllo en la ciudad de los Califas.
La nueva empresa de la ciudad, confecciona unos carteles con sabor, con ganas, con ilusión, para que el aficionado acuda como antaño a su Plaza de Toros.
Es tarde de toros, tarde de expectación, tarde de susurro en los tendidos, en el cartel un torero Sevillano de nombre "Morante de la Puebla", va a hacer el paseíllo en esa bella Plaza de toros.
Capa en mano el torero de la Puebla, calienta sus muñecas, huele a torero.
Lances a la Verónica, medias de carteles, chicuelinas, largas cordobesas, cualquier suerte que realiza es de una belleza incalculable, un ole profundo en las gargantas del aficionado, un estallido de palmas al finalizar la serie.
Huele a flores en Córdoba y huele a toreo grande en el Ruedo.
Muleta pequeña, torero grande. Su mano baja, su toreo profundo, hondo, sentido, pellizco es sus muletazos, sentido su temple. Torero en el Ruedo, sentimiento en las Gradas.
Redondos que no acaban, cambios de manos infinitos, trincherillas de barbilla hundida, naturales desde el amanecer hasta el ocaso.
Sus pies hundidos en la arena, juntas sus zapatillas, muleta en su mano izquierda, estoque en su derecha. Provoca la embestida con leves toques en la testuz, pronto el toro al sentirlo.
Sonaba Nerva en el Redondel, tocaba el cielo Morante, los aficionados acariciaban las nubes. ¿Quien los baja?.
El clamor se hace presente en toda la Plaza, palmas rotas de los sentidos aplausos, gargantas rotas de óles profundos. El Jubilo se apodera poco a poco de cada palmo de grada, de cada peldaño, de cada aficionado, la plaza cruje.
Un torero grande se hace con Córdoba, y Córdoba se acordara de esa tarde vivida en el Ruedo de los Califas.
Esa tarde, que el sueño del toreo se hizo realidad, esa tarde que todos quieren vivir alguna vez.
Podrán contarla y decir "yo vi esa tarde a Morante".
La memoria de los aficionados tardara días en olvidar lo vivido, la memoria de Morante es infinita y recordara Córdoba, su tarde y sus aficionados, eternamente.
Morante se rinde ante Córdoba y Córdoba se rindió a Morante.
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