miércoles, 30 de abril de 2014

Escribano ya dispone de imagen de marca.

Manuel Escribano “El que será el logo de mi nombre. La pluma de los que escribían antiguamente. De ahí viene mi apellido”.

En la imagen con fondo negro, destaca una pluma coronada por un estoque que sirve como lazo de unión entre la verdad del toreo y el propio nombre del torero de Gerena.

Ya en los pueblos antiguos se hubo de crear escribanos, aunque no con la autoridad que tuvieron posteriormente pues su intervención no daba carácter alguno de autenticidad legal a los contratos, los cuales recibían toda su fuerza del sello de las partes y de los testigos. Tales fueron los escribas de los hebreos, los argentarios de Atenas y otros oficiales de la misma clase. Los instrumentos que escribían no se consideraban sino como escritos privados y para ser validados, debían de presentarlos las partes -con asistencia de cierto número de testigos- al magistrado encargado de ponerles el sello público. Aristóteles en su obra “La Política” habla de las diversas magistraturas, indispensables o útiles para la sociedad los menciona como otra clase de funcionarios está encargada del registro de los actos que tienen lugar entre los particulares, y de las sentencias dictadas por los tribunales, siendo estos mismos los que deben actuar en los procedimientos y negocios judiciales.

También estuvieron presentes en Roma, aunque la profesión de recibir los otorgamientos de los contratos se denominaba de diferentes formas.
En España, se celebraban antiguamente los contratos ante algún sacerdote, monje o religioso con asistencia de varios testigos de todas clases. El sacerdote redactaba la escritura y la firmaban todos los testigos o los que sabían por los que no sabían, estampando además el sello de sus armas o blasones los que le usaban y aún algunas veces se hacía todo en presencia de la justicia. Esta costumbre duró hasta los tiempos del rey don Alfonso el Sabio, quien con acuerdo de los tres estados o brazos del reino, creó los escribanos públicos y dispuso que en cada pueblo, cabeza de jurisdicción, se estableciese cierto número de ellos para autorizar las escrituras o instrumentos con asistencia de dos o tres testigos, señalándolas ciertos derechos por su trabajo.

El apellido Escribano aparece recogido por el Cronista y Decano Rey de Armas, Don Vicente de Cadenas y Vicent, en su "Repertorio de Blasones de la Comunidad Hispánica", eso significa que el linaje Escribano tiene armas oficiales certificadas por Rey de Armas.

Julio de Atienza, en su "Nobiliario Español", recoge la heráldica e historia del apellido Escribano. Esta obra es de gran importancia para la heráldica ya que recoge la historia, pruebas de nobleza e hidalguía de los apellidos y linajes entre los que está el apellido Escribano.

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