Cuando todo apunta a desastre, basta tan solo un empujoncito para que todo caiga por el precipicio, salvo que a poco que te puedas agarrar a una cuerda y apretar el grillete te quedas en un leve balanceo sin llegar a caer del todo.
La escalada de esta tarde en las ventas era como escalar a los seis, siete mil de las montañas mas altas del planeta. Tienes las ganas, tienes el campamento base, tienes los serpas que te ayudan con el cargamento y los arreglos previos, y todo eso esta muy bien, pero el que debe de llegar a la cima es uno mismo.
Los tres toreros de esta tarde lo intentaron, cada uno con sus armas y cada uno en su montaña particular.
Sebastián Castella reaparecía esta tarde en las Ventas después de su cogida en Osuna hace escasos días, valor y ganas no le faltan al Francés en esta su última tarde en las Ventas, pero su montaña particular de esta tarde se quedo en el campamento base, un inicio prometedor, lucido, valiente y armónico, fue tan solo el inicio de la escalada y el final de la misma, se apagó el toro y se desesperó el torero. El cuarto de la tarde no dio opción ni a ponerse la mochila.
Manzanares volvía a las Ventas con la esperanza de coronar la cima, de al menos un siete mil de los dos que aguardaban en chiqueros, nada más lejos, ni más complicado, que cuando te colocas los trastos para iniciar la escalada, te falten las cuerdas, los grilletes y los piolets. Quiso hacer una escalada limpia, pero las gentes del campamento no querían acompañarle en su subida a la cima, tan solo algunos muletazos sueltos pudieron ver los aficionados. Mientras el resto estaba en contra de todo lo que ocurría en el ruedo.
Talavante tenía de cara la tarde y todos los accesorios para coronar, pero en la primera escalada, la cuerda era corta y no había forma de agarrase a la pared para escalar ni un solo centímetro, contrariado y a disgusto acabo con brevedad. En el sexto la cosa mejoraba por momentos, los lances de capa bajando la mano y rematando con medias de mano muy baja, era presagió de colocar la bandera del alpinista Alejandro, en el siete mil mas alto de una tarde que no llegaba ni a un metro. Le jugó los brazos con suavidad, con temple, con cadencia, como si toda la temporada estuviese en esta tarde. Un punto le falto al toro y una estocada certera le faltó al torero. Naturalidad en su izquierda, profundidad en sus muletazos, gusto en sus detalles, tan solo falto poner la bandera, que quedo a escasos centímetros de la cima.
Ficha del Festejo
Toros de El Pilar, desiguales de presentación y de escaso juego, salvo el sexto.
Sebastián Castella, silencio / silencio tras aviso
José María Manzanares, silencio / silencio
Alejandro Talavante, silencio / ovación tras aviso
Incidencias.- Lleno de "No Hay Billetes".
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