A penas pasaron 48 horas y
tenía que despedir a otro amigo, cuando vienen dadas, vienen todas juntas.
Hace unos días me comentaban
sabes que han ingresado a Gume, no no lo sabía, ¿Dónde está?, En el Juan Ramón…
Bueno me paso a verlo el lunes
que me coge fuera, gracias.
Y esta mañana me levanto con la
noticia de que nos ha dejado, se ha marchado sin más, no he podido despedirme,
ni tan siquiera ir a verlo, no me ha dejado que le diga cuanto lo estimo, lo
buen amigo que es y cuando lo quiero.
Gume, no hace ni dos semanas
que nos encontrábamos en la calle Concepción, salías de misa, como cada mañana,
de estar junto al señor para recibir su bendición como cada día, a la salida
nos vimos y te acompañamos hasta tu casa, en el punto, tu amigo Miguel Conde y
este que te escribe. Y nos dijiste subir a casa que os la enseño, y esas son
las últimas palabras que tengo en mi mente, en mi recuerdo… Lo guardaré, como
ese abrazo sincero que nos diste y ese beso en la mejilla que te gustaba dar a
tus amigos…
Gume te has marchado y es ahora
cuando más recuerdos se me vienen a la mente, tantos buenos ratos que hemos
pasado…, en ese oficina de la calle Rico, donde pasabas las horas gestionando los
asuntos de la casa Litri, esa casa a la que has dedicado tu vida… Una vida que
hoy se acaba, pero que siempre, siempre guardaré en la memoria de mis recuerdos…
Hasta siempre amigo…
A sus hijos Manolo, Concha,
Lola y Pepe, mi más sincero pésame.
Gumersindo Salas Limón, D.E.P.
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