"Es
imperdonable, la verdad que es para darme de bofetadas. Otra vez que me quedo a
las puertas de la gloria en Madrid por culpa de la espada. Qué pena. Pero
bueno, al final me llevo una oreja yo creo que importante y, sobre todo, la
ovación, el cariño, el respeto y la entrega de esta afición tan exigente",
reconocía el torero de Lorca (Murcia).
Ureña
llevó
a cabo dos faenas bien distintas, la primera, más para aficionados, argumentada
en su valor sereno, en la firmeza de plantas y en lo mucho que tragó y aguantó
coladas y tarascadas de tan complicado e incierto antagonista; mientras que la
segunda fue de explayarse, de torear a gusto y con sentimiento, muy de verdad,
al mejor toro de la corrida de El Torero.
"Me
voy contento por la dimensión que he ofrecido, sobre todo con el sexto, con el
que he vuelto a abandonarme, a disfrutar muchísimo y a sentirme muy torero.
Pero también la del tercero ha sido una labor de apostar y jugarme la cornada
en cada envite. Lástima la espada, pues de haberlos matado a los dos por arriba
a la primera ahora mismo estaríamos hablando de un gran triunfo",
finalizó
El director de lidia, Manuel Escribano, cumplió hoy el
primero de sus tres paseíllos en la feria, y, aunque sorteó el lote menos malo
en conjunto, sin embargo, vio silenciadas sus dos actuaciones, ya que, a su
juicio, "en Madrid necesitas un toro
que transmita y lleve la emoción al tendido, sino es imposible hacer
nada".
No obstante, el torero de
Gerena confesaba haber estado "a la altura" de la tarde y, sobre
todo, "de lo que han pedido los dos toros".
"El
primero ha sido noble, venía metido, pero no ha dicho nada; creo que he estado
bien con él, enganchándolo muy adelante para llevarlo largo, pero con la espada
he estado fatal; y el cuarto ha sido muy deslucido, imposible, pero, por lo
menos, ha habido emoción con las banderillas, ya que a punto ha estado de
echarme mano. Quedan dos tardes más, seguro que mejores que esta",
finalizó.
Iván
Fandiño, por su parte, se marchaba también de la plaza contrariado
fundamentalmente por falta de toros propicios.
"Nada,
ha sido imposible. El primero no ha tenido nada de raza, en cuanto le obligabas
un poco y le bajabas la mano el toro se venía abajo; y el otro simplemente no
tenía las hechuras apropiadas para embestir, y así ha sido, un toro que entraba
a la muleta a trompicones y soltando mucho la cara. Una ruina", ha
concluido Fandiño
No hay comentarios:
Publicar un comentario