martes, 12 de noviembre de 2013

David Silveti, el "Rey David" a los 10 años de su muerte.


David Silveti se mató tal día como hoy de hace 10 años, de un tiro sentado en la cama donde dormía de niño. Su padre entró a la habitación tras escuchar el disparo. Junto al cadáver encontró una carta de su  hijo. "Esto ya no es vida", decía en una de sus líneas. Desilusionado porque ya no podía torear a sus 48 años, y le iba mal en los negocios, Silveti le había dado un beso especialmente cariñoso a su padre antes de retirarse a rezar en su rincón favorito desde niño en el rancho de la familia en Salamanca, Guanajuato. Instantes después se pegó un balazo en la sien con un revolver calibre 38. “De repente un disparo me alertó, subí a su habitación y lo vi tendido a un lado de su cama”, dijo su padre, Juan Silveti. José Antonio “El Capitán Ramírez”, su apoderado, reveló que el matador dejó una carta en la que justificaba su decisión. Ramírez explicó que Silveti era maníaco-depresivo, enfermedad que se le había agudizado en los últimos meses debido a que desde enero de ese año el médico que le trataba le prohibió torear, porque si recibía algún golpe en la cabeza corría el riesgo de quedar parapléjico.
Aunque se consagró como figura en 1989, las mejores temporadas de Silveti fueron de 1993 a 1995, año en que se ausentó de los ruedos por agravarse los problemas en sus rodillas, que le obligaban a torear con prótesis en las piernas. Sufría sus carencias físicas con un gran corazón. Tenía David Silveti tal amor a su profesión que, a partir de su primera lesión en enero de 1979, soportó 43 operaciones, 14 de ellas en las rodillas, y siete años de rehabilitación en centros especializados de Estados Unidos.
Recibió la alternativa el 20 de noviembre de 1977 en la plaza Revolución de Irapuato, Guanajuato, de manos de Curro Rivera, y de testigo, Manolo Arruza, lidiando astados de Mariano Ramírez. Confirmó su doctorado en la Monumental de México el 7 de enero de 1979 al cederle Manolo Martínez la muerte de un toro de Mimiahuapan en presencia de Eloy Cavazos.

Silveti es el único espada mexicano que ha confirmado su alternativa en Las Ventas con ganado mexicano. Esto aconteció el 24 de mayo de 1987 con reses de San Mateo, llevando como padrino a Nimeño II y de testigo a Tomás Campuzano. Toreó un total de 510 corridas en la república mexicana, cortando 473 orejas y varios rabos, además de las ocho que toreó en España.

Volvió a los ruedos el 27 de julio de 2002 en Querétaro y reapareció el pasado 12 de enero en la Monumental de México, dejando una impronta del gran arte y valor que poseía.

Repitió en la Plaza  México el 2 de febrero para realizar una de sus más sublimes faenas, pues, a pesar de pinchar varias veces, dio dos vueltas al ruedo. Tras lidiar la que sería su última corrida el pasado 22 de febrero en Cadereyta, Nuevo León, su neurólogo le prohibió volver a torear, pues cualquier percance, por leve que fuera, le podía causar la muerte por un coágulo que se le formó en el cerebro.
Cuando supo la noticia que no podría torear más, Silveti la recibió con entereza: “Nos fue imposible torear más, ya que estuve bajo un riesgo importante de poder sufrir la paralización de mi cerebro y entonces lloré y lloré. Lo hice durante largo rato…seguro que fue más de una hora”.
Amigos y aficionados hablaron de él: Eloy Cavazos: “Hemos perdido a un ser humano impresionante, con una bondad tremenda y todo un profesional y amante del toreo a toda prueba. Estoy realmente abatido, lo quise mucho y lo voy a extrañar enormemente”.
Javier Sordo, ganadero: “Fue una persona exitosa, enamorado de la fiesta brava y debido a sus problemas físicos tuvo que retirarse de lo que más quería. De ahí que entró en una depresión muy fuerte que tal vez influyó para que tomara esta terrible decisión”.
Raúl Anguiano, artísta plástico: “No creo que se haya quitado la vida por las mismas razones del también torero Juan Belmonte, quien decía que si ya no podía torear, montar un caballo o una mujer, era mejor pegarse un tiro. Y se lo dio. Qué tristeza, lamento no haber pintado nada de él.
Todas las muestras de cariño y aprecio se ven reflejada año tras año desde el día de su fallecimiento. Hoy en día se ve reflejado en su hijo Diego Silveti, las muestras de cariño que aún mantiene cuando se ve acartelado en Plazas Mexícanas. 

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