Las tardes de toros son
imprevisibles, distintas, con matices de gustar o de disgustar, tardes de
sonrisa o de lágrimas, de cante jondo o de baladas. No tenemos dos tardes
iguales y eso es lo que hace grande esta fiesta nuestra, tan singular y
maravillosa, que no todos entienden y aquellos que la ven por primera vez o los
engancha o los hechiza. Así es este arte que solo unos privilegiados son
capaces de expresar delante de la cara de un enemigo que su única prioridad es
coger aquello que tienen delante.
Esta tarde en el coso de
Pignatelli hemos tenido la oportunidad de ver al menos en una parte del
festejo, tres toreros dispuestos, capaces, solventes y enrazados.
El torero de Chiva Enrique Ponce, hace embestir a una
cabra, coja y con artritis, que capacidad de sacar lo que de bravura se le
supone a un toro que no se empleó, que le faltó raza y que en ningún momento
humillo, la capacidad de este torero es estratosférica, jamás rehuye a una
pelea, jamás vuelve la cara y el público que acude a verle puede tener bien
claro, que en cuento abre el capote, lo que lleve dentro su antagonista, Ponce
se lo va a sacar, sí o sí. Una merecida oreja a su labor que por larga escucho
un aviso y que en nada mermó las ganas del torero Valenciano.
Venía el riojano Diego Urdiales a sustituir a un compañero
y agradeció su inclusión a la empresa y a Ponce y Talavante en un brindis en su
primero al que exprimió como a un limón, le faltó toro a Urdiales para dejar
derramar su toreo, aun así con el de Juan Pedro estuvo aseado, dispuesto y
aguantando algunas miradas de las que quitan el hipo, una faena basada en el
temple y el buen manejo de la franela que fue culminada con una soberbia
estocada que le colocaron un trofeo que le supo a gloria, en tan importante
tarde, plaza y con las cámaras del Plus como testigo.
El extremeño Alejandro Talavante que reaparecía en
esta tarde, abrió de par en par el tarro de su mejor esencia para esparcirla
por toda la grada, estuvo soberbio en el tercero de la tarde, desde el inicio
de capa hasta la estocada final. El Talavante que se vio esta tarde en
Zaragoza, enamora, es capaz de poner de acuerdo a miles de almas en milésimas
de segundos, tuvo un portentoso inicio con la mano mala, la izquierda, la que
manejó con naturalidad, profundidad y exquisita enjundia. La cintura desgranada, la figura encajada, las muñecas rotas, una composición que hizo soñar despiertos a la grada. Fue capaz de
desarrollar una labor de muchos quilates en un palmo de terreno, Hizo perrerías
con su enemigo que tan solo veía el paño rojo que Talavante le plantaba como si de un carretón se tratara. Grande Talavante
que cortó con mucha fuerza el doble trofeo.
Ficha
del Festejo
Feria del Pilar. Séptima del
abono maño.
Toros de Juan Pedro Domecq, el 1º devuelto por otro del mismo hierro; el 4º,
devuelto por uno de Torrealta; bien
presentados, destacando el juego del 2º y 3º.
Enrique
Ponce, ovación con saludos / oreja tras aviso
Diego
Urdiales, oreja / ovación con saludos tras aviso
Alejandro
Talavante, dos orejas / palmas de despedida.
Incidencias.- Rozando
el lleno en las gradas. Se desmonteraron Víctor García en el quinto y Juan José
Trujillo en el sexto. Puerta Grande para Alejandro Talavante.
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