Esta tarde en la plaza toros
malagueña no hubo toreo del caro como ayer del maestro Morante, ni hubo la firmeza de Perera, ni tan siquiera la improvisación de
Talavante. Simplemente hubo un torero
llamado Alberto López Simón que
tiene cristales en la barriga y muchas otras cosas que hacen falta a ésta
nuestra Fiesta. López Simón está en un
momento cumbre. Eso es indiscutible.
Tras dos puertas grandes en San Isidro va entrando en los carteles estivales
donde le van haciendo hueco. Carteles
algunos que pueden llevar confeccionados meses y que están cerrados a cal y
canto. Alberto sigue llamando a las
puertas de cada plaza donde quiere verse anunciado y eso es en todas. No quiere perder oportunidad en ninguna de
ellas. Sobre todo tiene pureza, tiene
verdad, tiene firmeza y tiene elegancia
a la hora de pasearse ante la cara del toro.
Porque moverse no se mueve a pesar de lo que tenga delante. Quiere el
triunfo por todos los medios con el bueno,
con el malo y con el regular.
Esta tarde no tuvo suerte y la corrida de Fuente Ymbro fue un auténtico
sopor en la tarde de mejor temperatura de toda la semana.
A su primer toro lo recibió de
capa con cinco verónicas y media muy del gusto del aficionado en general, sea de donde sea. Porque para entender su toreo solo hay que
verlo en la cara del toro. Es como un toro agarrado al piso del que no quiere
moverse. Expone una y otra vez, se arrima,
se queda entre pitones y sueña con poder hacer la Faena perfecta, esa que dicen que nadie llega. Hoy no ha podido ser por sus
enemigos, auténticos mansos que no le
dejaron hacer otra cosa más que exponer su valor, y dejar los surcos en la
arena del Coso de la Malagueta donde lo dejó
reflejado. No tiene prisa, ya
llegará. Ha cambiado mucho de la última vez que lo ví en Sevilla inmaduro ante
un grandioso toro de Fuente Ymbro que se llevó las orejas colgando al desolladero
y que lo dejó sentado en el banquillo.
Necesitamos frescura y este torero puede traerla, y arrear a los
inamovibles de la cúspide del toreo actual.
Ojalá lo dejen. Inteligente y entregado toda la tarde estuvo por encima
de un lote pésimo con el que poco pudo hacer.
Fue elegante en sus formas e inteligente en el boceto de la obra que
quedó sin rematar. Espero que la próxima
vez tenga enemigos. Y que entrene mucho con el carretón.
El
Fandi estuvo en versión Fandi toda la tarde siendo el único en
cortar apéndice demostrando su oficio.
Lo normal....su capote, sus banderillas y
faenas de similar ejecución. Con su primero no tuvo nada que hacer, y destacó
en el tercio de banderillas al cuarto
del que sobresalto un par de Calafia, con dos palos en cada mano; clavando el
primero al violín e inmediatamente
separados los otros dos palos, y los
clava de manera justa en la cara del toro. También destacó en un quite por delantales
al primero de López Simón. Fue bueno su inicio de faena de rodillas rematado con molinete y uno de pecho. Se basó
por ese lado pues al natural había poco que exprimir. Mató de estocada y
recibió una oreja.
Sebastián
Castella toreó a uno primero de Fuente Ymbro que fue muy incierto
como la mayoría de sus hermanos, algunos
de ellos hasta peligrosos. Iban con la
cara a media altura y por regla general subían la cara al rematar el muletazo.
En quinto lugar le tocó un
cinqueño de Victoriano del Río, un tanto más alto que el resto y bien
presentado. Junto al segundo del Fandi,
fue lo mejor de la corrida, pero su labor fue emborronada por la espada y el
descabello. A punto estuvo de recibir el tercer aviso ya que el toro nunca
terminó de romper por abajo. Y cuando un toro no humilla es difícil la
labor del descabello.
Y una noche más...
#FuerzaFortes
Crónica.- Conchita Rodriguez
Ficha
del Festejo
David
Fandila “El Fandi”, grana y
oro. Silencio y oreja
Sebastián
Castella, grana y oro.
Silencio y silencio tras dos avisos.
López
Simón, grana y oro. Vuelta
al ruedo tras petición y aviso, y ovación con saludos.
Incidencias.- Tres
cuartos de plaza. En el callejón se encontraba el Pana, anunciado mañana en Antequera con Morante y
Talavante. Casi ná...
Se escaparon de cogidas Isaac
Mesa y Ricardo González.
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