Plaza
de La Malagueta, media entrada en tarde agradable. Toros de Martín Lorca muy bien presentados, pero
de mal juego para los toreros. Mansos, parados y reservones en líneas
generales, se salvó el cuarto un toro de gran calidad pero justo de fuerza.
Para los toreros
Salvador
Vega
(Corinto y Oro) vuelta/oreja
David
Galán (sangre y oro) vuelta/ silencio
Fernando
Rey
(Azul y Oro) silencio/palmas
LA SUAVE BRISA DE UN MULETAZO
"Eres
como una mujer, perfumadita de brea, que se añora y que se quiere, que se
conoce y se teme" de este modo le cantaba Serrat al
"Meditarraneo". Con dulzura, cadencia, sentimiento, profundidad y
respeto para demostrarle lo mucho que amaba sus atardeceres rojos y su olor a
sal. Pues hoy en La Malagueta Salvador
Vega, le ha cantado con la misma profundad, lentitud, armonía y temple al
toro y al toreo como un día hizo el gran cantautor Catalán al mar que lo vio
nacer.
Fue en el cuarto de la tarde un
toro negro de Martín Lorca, bien hecho y de bellas hechuras como toda la
corrida, se le notaba al toro un tranco diferente al de sus hermanos. Algo más
de fijeza en todos los tercios, buen son en las embestidas. A decir verdad toda
la lidia de principio a fin estuvo marcada por el buen hacer de la cuadrilla,
destacando dos grandes pares de Víctor Nieto, dejándose ver y llegándole muy en
torero a la cara del toro. Gran tercio de banderillas. Tenía ganas Salvador, ya
se vio en su primero con la disposición que venía el malagueño a su tierra.
Buen tanda con la mano derecha para ir acoplándose a las embestidas del animal,
parecía que podía ser y como que si fue. Cogió la mano izquierda y le formó un
lío de los gordos, cada muletazo parecía que nunca terminaba, como esa ola que
va y viene pero siempre va dejando detrás la esencia de su brisa, profundidad,
torería, empaque, sentimiento, todo lo que se le puede pedir a un muletazo los
tenía. Una faena pensada desde lo más profundo que un artista puede expresar
con su cuerpo pero realizada con los tiempos y la templanza que te da el poso
del tiempo y la experiencia. El toro necesita sus tiempos y Salvador se los
dio. Después vuelta de nuevo con la izquierda y a seguir pintado cuadros efímeros
en el tiempo pero eternos en nuestra memoria. Tres muletazos por bajo con el
mentón metido en el cuello, para terminar la obra. Estocada algo atravesada y
oreja.
Del resto de la corrida poco
más se puede decir, muy bien presentada pero nada por dentro. Para una mejor
definición, fue una corrida con una carrocería de coche italiano, pero sin un
sólo tornillo dentro. Destacó la voluntad tanto de David Galán como de Fernando
Rey, que sufrió un susto importante en el primero de la tarde a la salida
de un par de banderillas cuando el toro hizo hilo por él y lo empotró en las
tablas.
Galán
en
su primero tuvo momentos buenos con la mano derecha pero sin llegar a romper la
faena, dando una vuelta al ruedo por su gran voluntad delante del toro. El
quinto fue un marmolillo y poco pudo hacer el malagueño. Silencio.
Con respecto a Fernando Rey se le notó su falta de
experiencia y nerviosismo al debutar en su tierra como matador de toros. Su
lote tampoco le acompañó en la tarde. Voluntad y ganas de agradar a su gente
más que cualquier otra cosa. Con Silencio y palmas de despedida se fue de su
plaza.
Pero la tarde siendo algo
monótona y larga de duración, nos dejó un buen cuarto toro y un toreo con al
natural que está a la altura de muy pocos. Cada muletazo de Salvador Vega esta tarde
Málaga llevaba la suave briza de un olor a mar.
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