VICENTE PARRA ROLDÁN
Los festejos taurinos colombinos – siete en el abono
– se iniciaron con una novillada picada en la que actuaron los onubenses Miguel
Conde y Salvador Ortega junto a la albacetense Maribel Atiénzar, una de las
pocas mujeres que habían sido capaces de sobrevivir a la fiebre de toreras
surgidas en los años anteriores y que habían tratado de cambiar el panorama
taurino español.
Para este festejo, celebrado en la tarde del 29 de
julio se lidiaron novillos de Viento Verde. Fueron toreables aunque algunos
hicieran cosas feas a la salida pero llegaron a la muleta metiendo bien la
cabeza y dejándose torear. Todos, excepto el quinto, fueron aplaudidos en el
arrastre.
Miguel Conde, de verde botella, no se confió en
ninguno de sus dos novillos y, para colmo, estuvo mal matando, dando
innumerables pinchazos e intentos de descabello por lo que oyó un aviso en el
primero y los tres en el cuarto.
Por su parte, Salvador Ortega, de sangre de toro y
oro, tampoco estuvo muy afortunado aunque lograra sacar algún que otro
muletazo. Tampoco estuvo muy afortunado a la hora de matar mejorando en el
quinto al que le cortó una oreja mientras dio la vuelta al ruedo en su primero.
La triunfadora de la tarde fue Maribel Atiénzar que,
pese a no quedarse quieta en ningún momento, se estiraba cuando el novillo
había pasado. A su primero lo mató de pinchazo y media delantera. Y al último,
que brindó a Antonio Borrero “Chamaco” de estocada hábil, cortando una oreja a
cada uno de sus oponentes gracias a la entrega de los tendidos que registraron
más de media entrada, posibilitando su salida triunfal a hombros.
Esta fue la última novillada con presencia femenina
en la Monumental plaza de toros de Huelva.
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