VICENTE
PARRA ROLDÁN
La
gravedad del percance sufrido por Manolito en la tarde del día 11 de febrero
hizo que tanto su padre como su madre, así como varios íntimos, se trasladasen
hasta Málaga para visitarle mientras que en Huelva se seguía con inusitado
interés y emoción la evolución de su estado.
Paulatinamente,
la gravedad se fue extendiendo hasta tal punto que hubo necesidad de amputarle
la pierna. Pareció que el torero experimentaba una ligera mejoría, mostrándose
muy animado, por lo que se permitió la entrada al padre y a los componentes de
la cuadrilla, al tiempo que el doctor Lazárraga y los demás galenos de la
clínica concibieron esperanzas de la salvación.
El
diestro, tras conversar con las personas que le rodeaban (su padre, su
cuadrilla y varios íntimos), comenzó a leer una novela pero no pudo proseguir
porque, poco a poco, fue empeorando hasta tal punto que a las siete de la
mañana entró en agonía para fallecer sobre las diez y media de la mañana del
día 18 de febrero, una semana más tarde de la cogida.
La
verdad es que Manolito conservó el conocimiento hasta última hora y, poco antes
de fallecer, confesó con un sacerdote auxiliar del Obispo de Málaga, quien le
administró los Santos Óleos. Al entrar en agonía, el torero perdió el uso de la
palabra pero, como reconocía a quienes le rodeaban, les hizo señas para que se
acercasen para estrecharles las manos en señal de despedida, besando a sus
padres y a los miembros de su cuadrilla.
Mientras
tanto, se preparaba el traslado de los restos mortales de Manolito “Litri”
hasta Huelva que, al conocer la triste noticia, mostraba su dolor y pesar
mientras recordaba al torero desaparecido. Las muestras de pesar se hicieron
rápidamente patentes y la ciudad se enlutó con crepones negros en los balcones
de muchos edificios, especialmente en la calle San Sebastián.
La
noticia del fallecimiento de Litri causó una fortísima impresión en los
ambientes taurinos nacionales, especialmente en Madrid y Sevilla, desde donde
se trasladaron numerosas personalidades y aficionados hasta Huelva para
acompañar al torero en su sepelio.
Huelva
se echó a la calle, esperando la llegada de los restos mortales de su ídolo
que, en automóvil, fue trasladado desde Málaga. Incluso hubo personas que
acudieron hasta Sevilla para aguardar su llegada y unirse al cortejo que le
trasladaría a una conmocionada Huelva.
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