sábado, 18 de febrero de 2017

XCI ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MANOLITO “LITRI”

VICENTE PARRA ROLDÁN
La gravedad del percance sufrido por Manolito en la tarde del día 11 de febrero hizo que tanto su padre como su madre, así como varios íntimos, se trasladasen hasta Málaga para visitarle mientras que en Huelva se seguía con inusitado interés y emoción la evolución de su estado.

Paulatinamente, la gravedad se fue extendiendo hasta tal punto que hubo necesidad de amputarle la pierna. Pareció que el torero experimentaba una ligera mejoría, mostrándose muy animado, por lo que se permitió la entrada al padre y a los componentes de la cuadrilla, al tiempo que el doctor Lazárraga y los demás galenos de la clínica concibieron esperanzas de la salvación.

El diestro, tras conversar con las personas que le rodeaban (su padre, su cuadrilla y varios íntimos), comenzó a leer una novela pero no pudo proseguir porque, poco a poco, fue empeorando hasta tal punto que a las siete de la mañana entró en agonía para fallecer sobre las diez y media de la mañana del día 18 de febrero, una semana más tarde de la cogida.

La verdad es que Manolito conservó el conocimiento hasta última hora y, poco antes de fallecer, confesó con un sacerdote auxiliar del Obispo de Málaga, quien le administró los Santos Óleos. Al entrar en agonía, el torero perdió el uso de la palabra pero, como reconocía a quienes le rodeaban, les hizo señas para que se acercasen para estrecharles las manos en señal de despedida, besando a sus padres y a los miembros de su cuadrilla.

En medio de la consternación general de cuantos le habían acompañado, en la propia habitación de la clínica se instaló la capilla ardiente después de trasladar los restos mortales de Manolito a un lujoso féretro, aunque, con anterioridad, se procedió al embalsamamiento del cadáver.

Mientras tanto, se preparaba el traslado de los restos mortales de Manolito “Litri” hasta Huelva que, al conocer la triste noticia, mostraba su dolor y pesar mientras recordaba al torero desaparecido. Las muestras de pesar se hicieron rápidamente patentes y la ciudad se enlutó con crepones negros en los balcones de muchos edificios, especialmente en la calle San Sebastián.

La noticia del fallecimiento de Litri causó una fortísima impresión en los ambientes taurinos nacionales, especialmente en Madrid y Sevilla, desde donde se trasladaron numerosas personalidades y aficionados hasta Huelva para acompañar al torero en su sepelio.


Huelva se echó a la calle, esperando la llegada de los restos mortales de su ídolo que, en automóvil, fue trasladado desde Málaga. Incluso hubo personas que acudieron hasta Sevilla para aguardar su llegada y unirse al cortejo que le trasladaría a una conmocionada Huelva.

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