La Plaza de Toros de Ronda,
propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Ronda, es una de las más
antiguas y monumentales Plaza de Toros.
Ronda es considerada como una
de las cunas de la tauromaquia moderna surgida en el siglo XVIII, en una ciudad
donde se conservaba muy viva la tradición de la caballería al existir una
corporación dedicada a que no se perdiera la disciplina ecuestre.
Las necesidades de defensa del
territorio hicieron que Felipe II fundase en 1572 la Real Maestranza de
Caballería de Ronda, para que se mantuviese el necesario manejo de los
caballos. Para ello, este cuerpo dedicó un espacio de la ciudad para los
ejercicios ecuestres, entre los cuales, como es tradicional en España desde la
Edad Media, se incluyeron los juegos de destreza con toros. La bravura de este
animal al acometer a caballos y jinetes servía de inigualable entrenamiento a
los caballeros, y se convertía en un emocionante espectáculo para toda la
población.
El auge del toreo llevó a la
Real Maestranza de Caballería de Ronda a erigir su famosa plaza, obra que se
atribuye a Martín de Aldehuela, el mismo arquitecto del Puente Nuevo sobre el
Tajo de Ronda. La construcción de la plaza duró seis años, y fue inaugurada en
1785 con una corrida de toros en la que actuaron Pedro Romero y Pepe-Hillo.
Concebida en piedra arenisca con un esquema monumental, la nobleza de su traza
arquitectónica, con su doble galería de arcadas y la ausencia de tendidos al
descubierto, tiene más espíritu de claustro que de recinto para espectáculos, y
recuerda al patio circular del famoso palacio de Carlos V en la Alhambra de
Granada.
Su ruedo de 66 metros de
diámetro está considerado como el más amplio del mundo y está circundado por un
callejón formado por dos anillos de piedra. Los tendidos tienen cinco filas de
gradas, de dos pisos, con 136 columnas formando 68 arcos de columnas toscanas,
salvo la del Palco Real. Cubierta con tejado a dos aguas de teja árabe, la
elegancia de su interior no tiene igual en ninguna otra plaza de toros.
Fueron los Ordóñez los que
inauguraron en 1954 la corrida goyesca de Ronda, con motivo de la celebración
del II Centenario del nacimiento de Pedro Romero. Se trata de un festejo con el
exorno, vestimenta y el aparato de los tiempos de Francisco de Goya. La corrida
tiene lugar a principios de septiembre, coincidiendo con la más popular de las
tres ferias que celebra Ronda, junto a una exhibición de carruajes y enganches
y una corrida de rejoneo.
La corrida goyesca (de Ronda o
de cualquier otra ciudad) está compuesta por matadores de toros, banderilleros
y picadores, todos ellos vestidos con trajes goyescos, una vestimenta surgida
en el Madrid del siglo XVIII y utilizada hasta el siglo XIX por su burguesía
para, posteriormente, extenderse su uso al resto de España.
La primera corrida goyesca de
Ronda se celebró con el II Centenario del nacimiento del torero Pedro Romero en
el año 1954 y por influjo de Cayetano Ordóñez en la plaza de toros de Ronda,
propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Ronda.
La segunda corrida goyesca hubo
de esperar a 1957. Será la primera edición en la que el hijo de Cayetano,
Antonio Ordóñez participe. Este matador se convertirá en el auténtico centro de
las goyescas y en su empresario. Gracias a su labor durante todos estos años,
las goyescas son una fiesta destacada del calendario taurino, ejemplo de la
tauromaquia de nuestros días, y en un acontecimiento social y cultural que
trasciende a la propia ciudad de Ronda.
Actualmente, se celebran
durante los primeros días de septiembre enmarcadas en la Feria de Pedro Romero
junto a una novillada sin picadores y otra de rejones, así como el Concurso
Exhibición de Enganches de Ronda. Francisco Rivera Ordóñez desempeña la labor
de empresario para esta tercera etapa.
Cuenta con una colección de
aguafuertes, grabados, litografías y estampas, con una edición de la
«Tauromaquia» de Francisco de Goya, y las tauromaquias de extranjeros como Lake
Price, Victor Adam y Edward Orme; libros, ejecutorias y grabados relativos a la
disciplina ecuestre, óleos del XVII, XVIII y XIX, cartelería histórica y
contemporánea, trajes, objetos y documentación relacionados entre sí con
complementos gráficos para ofrecer una visión de conjunto que permite acercarse
al universo de la tauromaquia de forma didáctica y clara.
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