Y de pronto, Morante. El de La
Puebla del Río. El torero capaz de cambiar el curso de una tarde. El rapsoda de
la Fiesta, capaz de recitar el toreo con versos torcidos, con renglones
perfectos. El artista que bebe de las fuentes gallistas y belmontistas, que lo
mismo toca el palo de Rafael que el de Pepín y que, al final, sencillamente, es
único. Ese fue ayer Morante, el hombre capaz de hacer el toreo, el artista que
no necesita de Tours para alimentar su propio espíritu.
En el cartel más ansiado de la
feria, con la plaza rebosante de expectación, toreó para él, disfrutó y también
sufrió para tirar hacia delante de un toro medio, y apto para el triunfo, de
Zalduendo, hierro que ganó por goleada a los desaboridos de El Pilar. Morante
se enfibró desde el saludo a la verónica y se recreó por Chicuelo, con una
media que la memoria guarda. Había visto opciones a «Quisquillo» y brindó al
público. Prometió la faena desde el principio, con unos generosos ayudados por
alto, cosidos al toreo por bajo. Deslumbrante, como muchos de los pasajes de
una obra que fue una concatenación de las almas, de maestros de ayer y hoy.
Morante fusionado en el Morante más aplomado, con las zapatillas hundidas en la
Historia. A derechas e izquierdas hubo hondura, de intensa eternidad. Fabulosos
los pases de pecho, las trincheras, el molinete, el desplante a lo Romero. De
caro sello todo. De as del arte. Doliente y a placer. Todo natural y fluido.
Camino del éxito iba. Y llegó: no importó el pinchazo. Ahí quedó una estampa de
Morante de puntillero con torería. Se pidieron las dos orejas, y en el último
minuto cayó la segunda. De tantas emociones, en lugar del moquero blanco, asomó
un segundo pañuelo naranja. Apoteósica la vuelta al ruedo del matador.
Tanta era la pasión con la que
aguardaba Alicante al sevillano que en el anterior le jalearon hasta las
inexistentes verónicas. Para capote bueno con el estrecho pilarico, el de
Carretero, perfecto siempre. El sabor morantista surgió en los doblones
iniciales y continuó en algunos muletazos sueltos. Imposible cuajar faena con
un «Dudeto» asqueroso.
El de La Puebla se marchó a
hombros en compañía de Manzanares, que se hartó de torear y destorear, que de
todo hubo, entre el entusiasmo de sus paisanos. Le correspondió el mejor toro
de la primera parte, con el hierro de Zalduendo, en esta moda de las corridas
de dos divisas que más de uno prohibiría. «Titulado» fue un dechado de
movilidad y nobleza, de motor y ritmo. Vale que punteaba en el tramo final,
pero su lidiador hizo poco por corregir tal defecto. Compuso con estética, con
más toreo hacia fuera que hacia dentro. Temple y ligazón, sí, pero una primera
figura no puede abusar de descargar así la suerte. Cierto es que la faena
creció desde una serie al natural más reunida hasta la final a derechas. El
alicantino se volcó tanto en la estocada como el público con su labor, hasta el
punto de que sufrió una feísima cogida. El espadazo merecía ya el premio,
solicitado con frenesí: ¡dos orejas! En el último (de El Pilar), con opciones,
no ofreció su mejor imagen.
La triunfal tarde arrancó con
malos augurios: cuando apareció el primer toro nos frotamos los ojos pensando
si la corrida de rejones era ayer. Madre del verbo, ¡qué pitones! El grandullón
pilarico se sostenía menos que la derribada hoguera de La Viña, que acaparó
portadas locales. Finito de Córdoba se complicó entre cero y menos uno con la
birria de enemigo, en el que dictó la lección de «Así entra uno a matar sin
exponer un alamar». Finito tardó en ver al cuarto, que cuando lo provocó
repitió en jaleadas series. Fenomenal con la zurda y en unos derechazos
postreros, muy de verdad. Se tiró a matar con fe y le recompensaron con un
trofeo.
Ficha del Festejo
Toros de El Pilar (1º, 2º y
6º), desiguales de presentación, bajos de raza y fondo los dos primeros,
manejable pero a menos el sexto; y Zalduendo (3º, 4º y 5º), correctos de
presentación, exigente y con transmisión el tercero; con buen fondo el cuarto;
bueno y con calidad el quinto.
Finito
de Córdoba, pitos / oreja
Morante
de la Puebla, silencio / dos orejas
José
María Manzanares, dos orejas / ovación con saludos
Incidencias,- Lleno. Destacó en la lidia al segundo José
Antonio Carretero. Se desmonteró Curro Javier tras banderillear al tercero y
Rafael Rosa en el sexto.
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