domingo, 30 de abril de 2017

LA ALTERNATIVA DE MANOLITO “LITRI”

Vicente Parra Roldán  
Para el primer día de la feria de San Miguel del año 1.924, es decir, el 28 de septiembre, se anunció la alternativa de Manolito “Litri” en la plaza de Sevilla hasta donde se acercaron muchos aficionados y seguidores del torero onubense.

Aquella tarde hicieron el paseíllo Manuel Jiménez “Chicuelo” y Pablo Lalanda para estoquear reses de Moreno Santamaría. El toro de la ceremonia fue recibido con estupendas verónicas por el torero onubense. El toro fue cuatro veces al caballo, derribando en tres ocasiones y despenando a un jaco mientras los tres matadores rivalizaron en quites entre ovaciones y música.


Tras la ceremonia, Litri brindó al palco regio antes de dirigirse al morlaco al que le realizó una faena valiente y artística, arrimándose de verdad, por naturales, de pecho y en redondo. Con el toro un poco quedado dejó dos medias estocadas que hicieron que el público ovacionase con fuerza al toricantano.

 En el que cerró plaza, negro, de gran tamaño, corniveleto y astillado del izquierdo, Litri se volvió a lucir en unas monumentales verónicas, dejándose los alamares en los pitones del animal y poniendo en pie al público, sondando la música y ovacionándole con fuerza. El toro derribó en dos ocasiones y mató a un caballo, aplaudiéndose a El Litri y a Chicuelo en el tercio de quites. El toro quedó mermado de fuerzas y gazapeando por lo que El Litri se vio necesitado en abreviar tras sacarle a la res todo el partido posible para dejar media estocada delantera, un pinchazo y una estocada, escuchando muchas palmas.

Por su parte, Chicuelo fue pitado en su lote. En el quinto, que parecía estar toreado, arrolló al peón Vázquez que sufrió un puntazo hondo en el muslo derecho, dos puntos en la cara y conmoción cerebral. Además, cuando Chicuelo intentaba descabellar a su oponente, el estoque saltó a los tendidos hiriendo a una espectadora a la que le produjo unos rasguños en la frente y en la cara sin mayor importancia pues pudo retornar a ver el final del espectáculo.


El testigo de la ceremonia, Pablo Lalanda, no tuvo fortuna con su primero con el que fue pitado y en el quinto se mostró valiente y dispuesto entre los aplausos del público que, al finalizar su actuación, le pidió la oreja y, al no ser concedida, le obligó a saludar desde los medios.

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