Vicente Parra Roldán
Para el día grande de las Fiestas Colombinas de
1.984, la empresa preparó un cartel con muchos atractivos para la afición
onubense por cuanto se anunciaba la retirada definitiva de los ruedos de Miguel
Báez Litri, que volvía a vestirse de luces para darle la alternativa, como ya
hiciera con su hermano Antonio el 14 de octubre de 1.956, a Sebastián Borrero
Chamaco II. Tras muchos años, de nuevo se reunían las dos más grandes dinastías
de la torería onubense.
Para la ocasión se habían elegido toros del hierro
de Gabriel Rojas Fernández, todos ellos bien presentados y con bondad pero muy
justos de fuerza, lo que condicionó la lidia. El peor fue el corrido en cuarto
lugar, con el que el maestro Litri se despidió definitivamente de la afición
onubense.
Sebastián Borrero Chamaco II compareció vistiendo un
terno verde manzana y oro para recibir a Altatorre, marcado con el número 27,
495 kilos de peso y de negro pelaje. Tras un buen saludo capoteril, llegó el
momento de la ceremonia, oficiada por Miguel Báez Litri, vestido de azul y oro,
y con el testimonio de Paco Ojeda, quien lucía un terno corinto y oro. Y con la
muleta, el choquero nos hizo recordar su primera etapa, toreando muy despacio,
con mucho gusto y llegando a los tendidos donde irradiaba ilusión por
contemplar a este nuevo matador por el que parecía no haber pasado el tiempo,
por lo que al acabar de una estocada le llegó el merecido premio de una oreja.
No pudo repetir éxito en el último de la tarde al fallar con la espada, pero el
público, muy sensibilizado durante toda la corrida, le obligó a salir por la
puerta grande a hombros junto a Litri para festejar la marcha y la llegada de
dos toreros onubenses.
En la tarde de su adiós a sus paisanos, Miguel Báez
estuvo en Litri con su personal manera de concebir el toreo y que tanto gustaba
a sus paisanos. Hubo mucha emoción durante toda su actuación, especialmente en
el primero de su lote porque el maestro ofreció toda su gama para el deleite de
sus admiradores que, emocionados, le entregaron las dos orejas. La suerte se
mostró esquiva porque el toro de la despedida, cuya faena brindó al empresario
José Luis Pereda, no dio ningún tipo de facilidades para que la tarde fuese más
jubilosa para el diestro, quien fue obligado a dar una clamorosa vuelta al
ruedo al finalizar su actuación como reconocimiento del esfuerzo realizado para
estar en estos festejos.
También triunfó ruidosamente Paco Ojeda en una tarde
donde demostró el espléndido momento por el que atravesaba. Le cortó las orejas
al primero de su lote después de realizar una gran faena, llena de temple y
sabor, dejando patente el buen toreo que llevaba el sanluqueño, que puso muchas
ganas y sentimiento además de mostrar su personalidad, su valor y su
entrega ante el toro entre las ovaciones
de los tendidos. Una gran actuación que no pudo redondear en el quinto de la
tarde al fallar con la espada pero dejó un recuerdo muy importante en una tarde
en la que era consciente que los protagonistas eran dos toreros choqueros. Tras
otra faena donde primó la personalidad del diestro y, con toda humildad, pese a
haber cortado dos orejas, declinó salir a hombros para dejar que los onubenses
aclamaran a Miguel Báez Litri, en su despedida de los ruedos, y al nuevo
matador Sebastián Borrero Chamaco, en la tarde de su alternativa.
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