Vicente Parra Roldán
No fue buena la inauguración de la temporada taurina
onubense de hace un siglo pues la novillada celebrada el 6 de mayo de 1.917
terminó con un fuerte escándalo y con uno de los actuantes detenido.
No fue buena la entrada para presenciar este festejo
en el que se ponía en marcha la raya de seis metros para preservar la suerte de
varas. Para este festejo, el Marqués de los Castellones envió una corrida
desigual, siendo el primero, segundo, tercero y quinto chicos; el cuarto, un
torazo y el sexto, feo y con tipo de
vaca. No fueron bravos sino todo lo contrario destacando por su mansedumbre
tercero y sexto, así como el quinto que solo tomó dos varas por lo que éstas
tres reses fueron condenadas a banderillas negras. En total, tomaron once
varas, proporcionando ocho caídas y arrastrándose cinco pencos.
Pacorro saludó a su primero con buenas verónicas,
cosa que no pudo hacer en los otros dos novillos. A su primero le ejecutó una
faena breve e inteligente. Para terminar de una casi entera por lo que se
solicitó la oreja. Se deshizo rápido de su segundo y lo hizo de un pinchazo,
cuatro medias estocadas y tres intentos de descabello, siendo aplaudido. En su
último toro, actuó con algo de confianza para terminar con él de dos pinchazos,
media ladeada y otra media delantera. En suma, su actuación no desagradó.
Por su parte, Vaquerito perdió el crédito que le
había concedido la afición onubense la temporada anterior. En su primero lanceó
parado, artístico y valiente realizando quites artísticos pero a la hora de la
verdad, fue otra cosa pues lo pasó con lucimiento para terminar de una estocada
algo delantera; el segundo, que fue un torazo, el torero se desconfió y,
entrando mal, arreó tres pinchazos, media atravesada y un descabello. En el que
cerró plaza, empezó con dos pases de pecho y, al dar un redondo, fue empitonado,
recibiendo un palo en la muñeca derecha y saliendo con el pantalón roto. A
partir de ese momento se desinfló, pasando con la punta de la muleta y entrando
a matar de cualquier manera, dando innumerables pinchazos e intercalando
algunos descabellos. La desafortunada actuación dio lugar a que sonaran los
tres avisos y salieran los mansos. A pesar de ello, siguió machacando al animal
en medio de una gran bronca hasta que el animal se marchó vivo a los corrales,
siendo detenido por la autoridad.
Este incidente produjo un alboroto a la salida de la
plaza pues había partidarios de la detención y otros no. Cuando accedió la
Guardia de Seguridad y la Civil, los alborotadores arrojaron piedras sobre las
fuerzas públicas que cargó sobre los mismos, produciéndose carreras y sustos
entre el público que salía de la plaza y los que aguardaban en los alrededores.
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