domingo, 26 de marzo de 2017

ROMANCE DE VICTORIA LÉRIDA, TORERA

VICENTE PARRA ROLDÁN
Tras el éxito obtenido por la novillera onubense Victoria Lérida en el festejo celebrado el 23 de junio de 1.935, la afición choquera se volcó con la joven y, en la prensa local, apareció el siguiente romance dedicado a la promesa del toreo del Barrio del Matadero y firmado por “Uno que se equivocó de tendido”.


Todas las pupilas beben
romances de sol y plata.
Por el aire, un vago olor
de delirio y de azucenas,
mi corazón, al compás
de la guitarra que tiembla.

Ay, niña rubia, que viene
el toro que muerde adelfas,
que tiene los ojos verdes
como Villalón quisiera.
Negra carne, duras astas
contra tu capa de seda.
Niña, que quiere cogerte
el toro que muerde tierra
y tiene una luna grande
corona de su cabeza.
Ay, niña rubia, ¿no sabes
que un corredor de canela
engaña los pies que tienen
poca firmeza en la arena?
Ay, niña rubia, ese toro,
torillo, cambia la menta
de tu corazón valiente
por tu sangre de torera.
Ay, que te nazcan diez alas
como a Mercurio en las piernas
y seas gorrión y luna 
en saltos sobre barrera

Toro, torito, ¿no sabes
que tú no puedes cogerla
porque Dios puso la gracia
del arte bajo sus venas
y le donó un alhelí
para vencer la pelea?
Toro, torito, tú eres
galán de valles y fiestas
y la luna de tus cuernos
se hacen caricias de sedas
cuando entre cales de ruedo
una palmera torea.
Al parche azul de la plaza
se le detiene la lengua.
Rayo de plata, el estoque
en noche con sangre, entra.
Palomas blancas las manos
con mil pañuelos en ellas
y un corazón, sonoro
se sale por peteneras.
¡Olé tu padre! La brisa
se hace chiquita, pequeña
y Dios, empujando nubes,
hace que la noche venga
para que jueguen los ángeles

su parchís con las estrellas.

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