La Huelva coqueta de la década
de los 50 acogió una corta pero interesante programación taurina con motivo de
las Fiestas Colombinas de 1.956 y que estuvo compuesta por una corrida de
toros, una novillada sin picar y un festejo cómico – taurino. Precisamente, el
espectáculo bufo protagonizado por El Bombero Torero abrió el ciclo. En la
parte seria, Pedro Gil lidió un astado al que le consiguió momentos
interesantes que le valieron los aplausos.
En el día grande se celebró la
corrida en la que se lidiaron reses de Jesús Sánchez Covaleda que sustituyeron
a la de Juan Antonio Álvarez. Litri se lució al lancear a su primero al que le
sacó pases con la mano derecha para seguir con la misma mano y dejar un
pinchazo, una estocada desprendida y un descabello, siendo ovacionado el
onubense que recibió a su segundo con verónicas ajustadísimas y, tras empezar
con unos ayudados por alto, siguió por redondos para terminar con manoletinas
mirando al tendido entre el entusiasmo del público que vibró con el desplante.
Dejó una estocada y paseó las orejas y el rabo. En el quinto, un animal que
derrotaba en la muleta por lo que los deseos del diestro no se vieron
compensados, acabando de dos pinchazos, estocada y descabello, siendo
aplaudido.
Por su parte, Antonio Ordóñez
se lució en los lances de recibo a su primero al que no consiguió sacarle
partido en la muleta con la que se lució tan solo en dos naturales, dejando una
estocada y descabello, recibiendo muestras de desagrado. Repitió actuación en
su segundo en el que solo brilló en un buen quite y de nuevo hubo descontento
del público. En el que cerró plaza, al que recibió con lances reposados, citó
de largo con la muleta para instrumentarle naturales perfectos para seguir con
la derecha, toreando en redondo en una faena que satisfizo a los espectadores,
por lo que, al matar de estocada, le fue concedida una oreja que el diestro
rechazó, siendo despedido con aplausos.
El ciclo se cerró con una
novillada en la que se lidiaron reses de Tomás Prieto de la Cal, nobles,
manejables y sin malicia alguna, contribuyendo a que los toreros se lucieran y
el público se divirtiera.
Antonio Molina Periañez tuvo
que matar tres por cogida de Quitín. Lanceó con estilo a su primero y, con la
muleta, el diestro se lució en unos derechazos. Pinchazo y estocada le valieron
una ovación. Mejoró en su segundo al que toreó al natural, para concluir con
manoletinas y, pese a necesitar de dos medias estocadas y un descabello, cortó
las dos orejas. Acabó con el que hirió en la mano derecha a Manuel Morales
“Quitín” y no bajó el tono.
Quitín fue muy aplaudido al capotear a su primero
al que toreó por alto para seguir con derechazos y naturales pero, al pinchar,
perdió la oreja, siendo aplaudido. Cuando toreaba al natural, cayó a la arena
lastimándose la mano derecha, por lo que pasó a la enfermería para ser
atendido. Cerró el cartel Juanito Vázquez que se lució con el capote en sus dos
enemigos. Brilló al natural con su primero para terminar de estocada y tres
descabellos y dando la vuelta al ruedo. En el que cerró plaza, no tuvo margen
para ligar faena y acabó con él de dos pinchazos, siendo aplaudido.
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