miércoles, 6 de julio de 2016

LITRI TRIUNFÓ EL DÍA GRANDE DE HACE 60 AÑOS (La Merced-Huelva)

VICENTE PARRA ROLDÁN
La Huelva coqueta de la década de los 50 acogió una corta pero interesante programación taurina con motivo de las Fiestas Colombinas de 1.956 y que estuvo compuesta por una corrida de toros, una novillada sin picar y un festejo cómico – taurino. Precisamente, el espectáculo bufo protagonizado por El Bombero Torero abrió el ciclo. En la parte seria, Pedro Gil lidió un astado al que le consiguió momentos interesantes que le valieron los aplausos.


En el día grande se celebró la corrida en la que se lidiaron reses de Jesús Sánchez Covaleda que sustituyeron a la de Juan Antonio Álvarez. Litri se lució al lancear a su primero al que le sacó pases con la mano derecha para seguir con la misma mano y dejar un pinchazo, una estocada desprendida y un descabello, siendo ovacionado el onubense que recibió a su segundo con verónicas ajustadísimas y, tras empezar con unos ayudados por alto, siguió por redondos para terminar con manoletinas mirando al tendido entre el entusiasmo del público que vibró con el desplante. Dejó una estocada y paseó las orejas y el rabo. En el quinto, un animal que derrotaba en la muleta por lo que los deseos del diestro no se vieron compensados, acabando de dos pinchazos, estocada y descabello, siendo aplaudido.

Por su parte, Antonio Ordóñez se lució en los lances de recibo a su primero al que no consiguió sacarle partido en la muleta con la que se lució tan solo en dos naturales, dejando una estocada y descabello, recibiendo muestras de desagrado. Repitió actuación en su segundo en el que solo brilló en un buen quite y de nuevo hubo descontento del público. En el que cerró plaza, al que recibió con lances reposados, citó de largo con la muleta para instrumentarle naturales perfectos para seguir con la derecha, toreando en redondo en una faena que satisfizo a los espectadores, por lo que, al matar de estocada, le fue concedida una oreja que el diestro rechazó, siendo despedido con aplausos.

El ciclo se cerró con una novillada en la que se lidiaron reses de Tomás Prieto de la Cal, nobles, manejables y sin malicia alguna, contribuyendo a que los toreros se lucieran y el público se divirtiera.

Antonio Molina Periañez tuvo que matar tres por cogida de Quitín. Lanceó con estilo a su primero y, con la muleta, el diestro se lució en unos derechazos. Pinchazo y estocada le valieron una ovación. Mejoró en su segundo al que toreó al natural, para concluir con manoletinas y, pese a necesitar de dos medias estocadas y un descabello, cortó las dos orejas. Acabó con el que hirió en la mano derecha a Manuel Morales “Quitín” y no bajó el tono. 

Quitín fue muy aplaudido al capotear a su primero al que toreó por alto para seguir con derechazos y naturales pero, al pinchar, perdió la oreja, siendo aplaudido. Cuando toreaba al natural, cayó a la arena lastimándose la mano derecha, por lo que pasó a la enfermería para ser atendido. Cerró el cartel Juanito Vázquez que se lució con el capote en sus dos enemigos. Brilló al natural con su primero para terminar de estocada y tres descabellos y dando la vuelta al ruedo. En el que cerró plaza, no tuvo margen para ligar faena y acabó con él de dos pinchazos, siendo aplaudido.

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