Vicente Parra Roldán
El primer diestro que llevó el apodo de “Litri”,
Miguel Báez Quintero, tomó la alternativa en la plaza de toros de Sevilla el 30
de septiembre de 1.893 de manos de “Bonarillo”, lidiando reses de Antonio
Halcón. El toro de la ceremonia se llamó Tesorero.
Los toros tuvieron una excelente presentación pero
fueron mansos en general. El de la ceremonia, negro zahíno, bien puesto, alto
de agujas, de almohadillado morrillo y largo de cola pero, desde su salida,
mostró su mansedumbre.
Cuando saltó a la arena el primero de la tarde, los
tendidos quedaron admirados por su gallardía, pero rápidamente mostró su
mansedumbre. Litri, tras tomar los tratos, se dirigió con decisión a su
oponente que se arrancó varias veces al trapo por lo que el toricantano tuvo
oportunidad de dar algunos pases buenos entre los olés del respetable. Pero
pronto se desengañó el animal por lo que el onubense buscó la igualada y, tras
un pinchazo, dejó un soberbio volapié recibiendo el diestro una gran ovación
así como numerosos sombreros y cigarros enviados desde el tendido.
El cuarto, fue otro manso y, aunque acudió tres
veces al caballo, apenas se le picó. El onubense trató de bajarle la cabeza
pero, aunque el animal la siguió, no logró que humillara por lo que el diestro
onubense decidió quitárselo de encima. Con arrojo le dejó media estocada y, de
nuevo, un volapié llegando con las manos a las agujas aunque la espada quedó
atravesada, necesitando de dos medias más para terminar con el animal, siendo
aplaudido El Litri.
El que cerró plaza fue también manso por lo que el
público solicitó que fuese castigado a banderillas negras. Miguel Litri quiso
ser breve en medio de la oscuridad de la noche. Pinchó cuatro veces rematando
con una estocada superior de la que quedó suspendido del pitón izquierdo por el
brazo derecho. Miguel fue muy aplaudido.
A ningún torero como a Miguel “Litri” se le puso tan
difícil la alternativa pues, para la ocasión, no se buscaron toros fáciles sino
todo lo contrario. Su primero fue un auténtico “regalo”. De 400 kilos y conservando
poderío suficiente para mandar al tendido al diestro que cogiera, Miguel le
hizo morder el polvo con sus ganas y deseos de triunfar. A su segundo, que no
pudo bajarle la cabeza porque no obedecía a la muleta, estuvo muy voluntarioso
y lo mató con decisión al igual que hizo con su tercero cuando ya se había
echado la noche. La alternativa de Miguel Báez “Litri” no fue de lucimiento
pero sí fue de prueba.
Por su parte, Bonarillo estuvo trabajador toda la
tarde, toreando de cerca con la muleta pero falló con los aceros ante un lote
que tampoco le dio grandes facilidades debido a la mansedumbre de las reses.
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