A lo largo de sus 115 años de
historia, que no de actividad, la plaza de toros de Huelva, hoy denominada La
Merced, ha sido testigo de dos percances mortales: el muy conocido de Rafael
Carbonell acontecido el 17 de junio de 1.954 y el que sufriese un aficionado
que se lanzó como espontáneo en la corrida de toros celebrada el 8 de
septiembre de 1.916.
Aquella tarde, con toros de
Carvajal, actuaron Curro Martín-Vázquez, que recibió aplausos, ovación y
aplausos, y Alcalareño que dio la vuelta al ruedo en su primero, tuvo petición
en su segundo y cortó una oreja en el sexto, “Diamante”, negro y marcado con el
número 14, que fue el causante de la tragedia del aficionado Tomás Gutiérrez
García “El Caifa” cuando contaba con diecisiete años de edad.
La corrida se celebraba con
absoluta regularidad hasta que, a la salida del último de la tarde, se lanzó al
ruedo, siendo cogido y caer desfallecido, por lo que fue recogido por los mozos
y llevado a la enfermería con una herida gravísima. El salto como espontáneo se
produjo a instancias de unos amigos que se encontraban con él en uno de los
tendidos de sol.
Al arrojarse a la plaza, los
peones trataron por todos los medios de impedir que Tomás se acercase al bicho.
Pero El Caifa, luchando con el peonaje a viva fuerza, se dirigió al bicho
citando con la americana que acababa de quitarse al bicho a cortísima
distancia. El toro, que aún no había tomado varas ni había sido corrido, se
lanzó sobre el aficionado cogiéndolo y lanzándolo a enorme altura. El Caifa,
por su pie, intentó dirigirse a la barrera pero, al llegar a ella, cayó
desmayado al suelo, lanzando exclamaciones de dolor.
En brazos de varios empleados y
particulares, fue conducido a la enfermería donde ya se habían congregado
varios médicos y practicantes. Una vez en la mesa de operaciones, se procedió a
la práctica de la misma en una labor tan laboriosa como duradera llevada a cabo
por los doctores Crespo, Coto, Gil y Rey.
En la puerta de la sala de
operaciones, amigos y familiares del herido al que se le escapaba la vida por
momentos. Los médicos pidieron que se le administrasen los Sacramentos, siendo
el presbítero don Antonio Jiménez quien, inmediatamente, se los administrase.
Mientras tanto, la familia del
desgraciado joven acudió presurosa a las instalaciones al circular la triste
noticia por la ciudad.
El parte facultativo emitido
señalaba que El Caifa presentaba herida por asta de toro en la región inguinal
izquierda con salida y heridas en los testículos, siendo calificado su
pronóstico como gravísimo.
A las siete y media de la
tarde, Tomás Gutiérrez García “El Caifa” fallecía en la misma enfermería de la
plaza de toros de Huelva.
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