miércoles, 19 de abril de 2017

“EL CAIFA”, PRIMER MUERTO EN LA PLAZA DE HUELVA

Vicente Parra Roldán
A lo largo de sus 115 años de historia, que no de actividad, la plaza de toros de Huelva, hoy denominada La Merced, ha sido testigo de dos percances mortales: el muy conocido de Rafael Carbonell acontecido el 17 de junio de 1.954 y el que sufriese un aficionado que se lanzó como espontáneo en la corrida de toros celebrada el 8 de septiembre de 1.916.

Aquella tarde, con toros de Carvajal, actuaron Curro Martín-Vázquez, que recibió aplausos, ovación y aplausos, y Alcalareño que dio la vuelta al ruedo en su primero, tuvo petición en su segundo y cortó una oreja en el sexto, “Diamante”, negro y marcado con el número 14, que fue el causante de la tragedia del aficionado Tomás Gutiérrez García “El Caifa” cuando contaba con diecisiete años de edad.


La corrida se celebraba con absoluta regularidad hasta que, a la salida del último de la tarde, se lanzó al ruedo, siendo cogido y caer desfallecido, por lo que fue recogido por los mozos y llevado a la enfermería con una herida gravísima. El salto como espontáneo se produjo a instancias de unos amigos que se encontraban con él en uno de los tendidos de sol.

Al arrojarse a la plaza, los peones trataron por todos los medios de impedir que Tomás se acercase al bicho. Pero El Caifa, luchando con el peonaje a viva fuerza, se dirigió al bicho citando con la americana que acababa de quitarse al bicho a cortísima distancia. El toro, que aún no había tomado varas ni había sido corrido, se lanzó sobre el aficionado cogiéndolo y lanzándolo a enorme altura. El Caifa, por su pie, intentó dirigirse a la barrera pero, al llegar a ella, cayó desmayado al suelo, lanzando exclamaciones de dolor.

En brazos de varios empleados y particulares, fue conducido a la enfermería donde ya se habían congregado varios médicos y practicantes. Una vez en la mesa de operaciones, se procedió a la práctica de la misma en una labor tan laboriosa como duradera llevada a cabo por los doctores Crespo, Coto, Gil y Rey.

En la puerta de la sala de operaciones, amigos y familiares del herido al que se le escapaba la vida por momentos. Los médicos pidieron que se le administrasen los Sacramentos, siendo el presbítero don Antonio Jiménez quien, inmediatamente, se los administrase.

Mientras tanto, la familia del desgraciado joven acudió presurosa a las instalaciones al circular la triste noticia por la ciudad.
El parte facultativo emitido señalaba que El Caifa presentaba herida por asta de toro en la región inguinal izquierda con salida y heridas en los testículos, siendo calificado su pronóstico como gravísimo.


A las siete y media de la tarde, Tomás Gutiérrez García “El Caifa” fallecía en la misma enfermería de la plaza de toros de Huelva.

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